Mostrando entradas con la etiqueta sueños paradoja. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sueños paradoja. Mostrar todas las entradas

20120413

Bioquímica estáte quieta

Se que ella hoy esta triste, y lo sé porque un ratón volando en su aladelta cruzó esa noche el camino para comentarmelo.
"¿Osas cruzar mi puerta mortal?" fueron mis palabras, pero el ratón no contesto.
Le guiñé el ojo a un escarabajo amigo, pero lo único que pude encontrar fueron sus insecticismos, y esa fascinación por los productos químicos de limpieza.
Cuestión que decidí volcarme a una fascinación por saber de que categoría era su tristeza. No encontré inconclusiones, ni sudores predestinados a fallecer con el placer, ni siquiera pude descubrir cual era la raiz de sus depresiones.
Corrí hacia la Iglesia y la vi tendida en un llanto espiritual, despertando arcángeles y demonios, agonizando, reprochando a la existencia misma, las cualidades que no la hicieron manejar su destino.



"Maldito" - murmuró entre sollozos y atragantadas lágrimas.
Desollado me sentía en aquel instante, sin poder comprender la impunidad de sentirte excelente, agobiado pero nefasto a la vez. Sumiso y potenciado a destrozar el destino, si es que este pendiera de un hilo como nuestras vidas.
Ella y yo éramos, hoy simplemente estamos bebiendo y codiciando (entre cigarros/humaredas) la concepción idológica que hace desmitificar a la vida como un ente, como una maldición, más ¿cuál es el ocaso de los ídolos sin un antagonista?.
Soy despreciador por excelencia, adoro someter a mis pensamientos, mis necesidades son algo pacíficas pero tormentosas al final de cuentas. No siento ganas de abordar con altruismo a la sociedad, ni quiero bendecir a la juventud con deseos de revolución, mucho menos voy a decir que me sienta placentero arruinar los estádos de ánimo porque me cae como el culo clasificar a la escritura.
No supe porque estaba triste ella, ni supe tampoco cual hubiera sido mi reacción (en caso de que una tuviese) si los alineamientos planetarios hubieran desembocado en aquella lealtad, que dignifica más que el trabajo, créanme amigos mios..
Lo cierto y lo indiferente a la vez, radica en cesar las construcciones erradas por el juzgamiento a los que son diferentes, están atrás y no son experimento antropológico.
Las Ciencias Sociales son perfectas sin las ciencias.
La Antropología me hace pensar si su nacimiento condena al funcionamiento de su inneficacia a la hora de analizar (no organizar) a los herederos de Gaia. Sin paparruchas, ni aforismos egocéntricos, a los viejos escarabajos (veteranos de guerra), no se los convence con: "Porque así lo dijo Levi-Strauss".
Ni ella ni su amigo saben pensar fuera de los libros, para entender más fácil es sutilmente conveniente anclarze a pensamientos ajenos, y la realidad recae en quien quiera cuestionarla sin más ni menos.
Nunca supe porque estaba triste..
Nunca supe porque le rezaba a la Iglesia y cuestionaba su destino..
Nunca supe porque me metí en todo esto, si yo, al final de cuentas solo quería correr y mirar el mundo de manera insana.
Hoy se que mirar el mundo con sanidad, es faltar el aspecto menos importante de querer codiciar lo que terceros construyeron, aunque su edificación haya sido completamente irrelevante.

20091115

Kleines nacht musik

Es complicado ver como todo va sucediendose. En un rayo de ira o dolor las gotas del pasado siempre terminan cayendo en los agujeros y recovecos vacios de aquellas cosas que nunca se concretaron. Tal es asi que la máscara de hoy que protege, puede dispersar el destino en una sensación de melancolía, antes que los ojos del presente se den cuenta que los recuerdos son más importantes por recuerdos que por reflexiones.
Creo poder volver a pensar en esas cosas que antes hacian bien, pero no creo poder olvidar los fantasmas de las cosas que hacen mal. A pesar de vivir, lo esencial es vivir.
Anoche perdi mis fichas cuando entre al bar que menos esperaba volver a pisar. Tornados de humo y lúpulo, lograron convencerme que ni siquiera puedo dominar la dualidad, y que todo pero todo, ocurre por una razón. Como cuando la dejaste a ella por otra mujer que no valió la pena, pero en el momento imaginaste cuanto podría serte útil esta nueva relación. Tiempo después te das cuenta que nunca fue una relación, sino que pensaste con la segunda cabeza, y ni siquiera mereces el lujo de "chuparte un huevo" la situación. Como un idiota accedes a una serie de reflexiones menospreciativas, de catarros interminables y mocos infames, elitistas y groseros (putos para ser exactos), que lo único que hacen es recordarte lo incoherente que sos con tus acciones. Bueno, es esa misma sensación la del bar a las 4 de la mañana, cuando no hay nada que hacer. Por pura curiosidad y mediocridad, decidis ir de cualquier manera, pero no porque te interese, sino porque recurrir al pasado de forma violenta es lo mejor que se puede ocurrir a esa hora. No es mi justificación, pero tampoco es mi inercia de pensar que las llamas se apagan con area, ni mucho menos con cal, o agua, o cualquier cosa que sirva para apagar el fuego. ¡Donde hubo fuego cenizas quedan! escuche decir montones de veces.... y cuanta verdad en una composición tan verborrágica y simbiótica como esa.
"El elitismo de la escritura" se va a titular el primer libro que vas a redactar, porque estas enojado, de haber errado tantas veces. Entre vikingos nos preguntamos, observando las maravillas, con un frio descostillante: ¿Que carajo estamos haciendo mal? ¿Cuál es el sentido de todo esto?
Pero la respuesta permanece difusa, puesto que si lo supieramos no estariamos escribiendo hoy, ni seriamos artistas...
El karma del artista es el de errar, constantemente. Cuando la mejor decisión parece la peor, ahi ya la cagamos. Y cuando la peor decisión parece ser la mejor, ahi también la embarramos, ¿Por que?
"Aprende a incubar tus preguntas" va ser el segundo libro que publicarás, por el simple hecho de que nada apesta, porque te diste cuenta que sos nihilista, y te fumas un porro con una Warsteiner, sabiendo que la realidad material es abstracta y estúpida, mas sentido no tiene. ¿Coger o no coger?
Y ahi llega Denise, en el bar a las 4 de la mañana. Ese horario que marca el principio de una borrachera, o el fin de una noche de mierda. Los dualistas van por la primera mientras que los duelistas optan por una segunda mirada.
Ella te presenta a su novio, despues de no verla por unos repetidos años, ni haber tenido la dignidad de decirle: "Che... no sos vos soy yo, por eso te deje.."
El problema de esa frase, es que sentido alguno no tiene, puesto que un imbecil deberia ser uno para creer tan cuestionable sentencia.
Despues te encontrás con que la juventud mujeril (la cual viste esa noche) tiene otros aspectos, y otras reglas de juego, que resultan complicadisimas de entender, mas que nada porque el tiempo paso por encima y el progreso se llevo todo a un enorme estanque de mierda, y quieras o no a la larga tus acciones flotan en ese lugar.
Lo peor de todo es recordar que el último libro que vas a publicar unos meses antes de tu vida va ser una autobiografía... ¿Y como carajo vas a llenar 500 paginas? ¿Contando absurdas reflexiones mentales sin lógica, pero con una necesidad de mostrarlas al resto por el simple hecho comparativo humano? ¿Acaso merece realmente un humano contar su autobiografia?
Pero sin embargo lo mejor de todo, va ser cuando llegues a las nubes y veas todo desde arriba, riendote a carcajadas, maldiciendo a los humanos que pasan las mismas complicaciones que vos, porque les gusta complicarse la vida.

Aquellos que vieron tu cara, terminaron muertos de miedo. Yo soy a quien escuchan, y soy la máscara que usas. Mi espíritu y tu vos, en uno combinado......

20090729

Dardo Oscuro




El puñal del tiempo me destierra al darme cuenta, que otra vez más he caído preso de mis propias mentiras.
He soñado la oscuridad entre tus ojos, y mi condición de ser irreflexivo se asemeja a tus deseos que aun escondes, con ser todo un misterio, que los astros contemplan, en la profundidad de tu dolor.

No se como describirte la osadez que necesito para resistirme a la incertidumbre de descifrar mi propia muerte en aquel sueño del espantapájaros, donde todo parecía tan real, y sin embargo tu ausencia de rostro desfigurado deja de sentirse tan lejana.

Miro tus palabras todos los días y cada vez me convenzo de que no hay nada más entre nosotros que lo que no queremos vislumbrar, que quizá caímos en dos tiempos aleatorios, que seamos los dos polos opuestos de la existencia: la vida y la muerte.
Somos el orden y el caos, pero como todo extremo en algún punto debe equilibrarse.
Últimamente me arrepiento de tantas cosas, entre ellas de dejarte ir, y sentirme un completo inútil puesto que no se de que manera podría entrar mejor en tu mundo, me encantaría ahogar tus penas con las mías, y cargar con todo, solo para que puedas ser feliz.... aunque la felicidad al fin y al cabo serán solo instantes horribles, y no creo que me veas en ellos.
Mi indecisión por la existencia, me ha llevado a desconocer mis demonios, por eso quiero pedirte que me los regales.
Quiero pedirte que algún día mires una estrella o una constelación y le pongas todo tu esplendor, para que yo de lejos pueda acordarme de vos.
Si hoy estoy muerto, es porque te rendí tributo, pero me salió como el orto, porque me hubiese gustado muchísimo que me des un abrazo, un beso vampírico, o un toque gélido al menos. Ojalá el tiempo mutase en algo extraño, y podamos ser vampiros, para cuidarte toda la eternidad, aunque no lo creas y pienses que andar sola vagando por ahí es lo mejor. Y no te culpo, porque el mundo esta lleno de mierda, pero entre toda la escoria, la peste, la gran basura, a veces podés encontrar algún tesoro, y ojalá al menos cuando encuentres un pedazo pequeño de Oro me veas reflejado en él.
El silencio esta desmesurado, puesto que es la primera vez en mi vida, que me siento indefenso ante tu presencia, me siento encantado por la singular belleza de tu oscuridad gótica.

20090512

Correr



Parte IV
(si es la última...)

Ojalá pudiera dormir por siempre. Para ver mis quimeras desgajar las barreras de lo correcto, me gustaría adormecerse hasta la infinitud de los desenlaces.


Miraba el mar y contemplaba como los objetos, la sabia naturaleza y las glorificaciones se iban esfumando. La arena recorría mis mas preciados tallos, mis raíces, mis pies. Una sensación de felicidad insoluble en cualquier otra persona, solo en nosotros dos, aquel instante, ese panorama, barcos pesqueros, un océano perfecto, crestas de ola color azul profundo, aroma a comienzo de noche, estrellas fugaces por doquier simulando un espacio bidimensional.
Paradoja cinematográfica: proyector de ideas acumuladas, sentencia incompleta, sensaciones internas de olvidar la tragedia, para comprometerse con el onírico horizonte misericordioso.
Como si no se tratase de un consuelo, la humanidad lograba someterme a un cofre lleno de expectativas indescriptibles, entre ellas aceptar la preciada soledad, la mancha firme que distingue a una bestia de un grifo, a un centauro de un ser superficial, a una manada de lobos y una bandada de pájaros.
Quizás la soledad es necesaria al subsistir conciente de un hombre y su génesis.
Su creación divina (mucho más antigua que las creencias religiosas) estuvo destinada a ser un peligro andante, ya sea por su afán de lucro, o de poder, de imaginación retorcida a través de los tiempos, sus métodos destructivos y su necesidad incoherente e injustificable sobre hacer mal a otros.
Quizá el Señor de los Anillos no es una historia de ficción.
¿Cuánto permitido hay dentro de los fondos de la mente y cuál es el punto en que la estirpe arrebatará conciencia de su ocaso?
El bello horizonte, de la sabia madre Gaia, me hizo entender que la historia podría escribirse y explicarse en solo cuatro segundos, sobre el final de la hora.
Pertenecer, ¿A dónde? ¿Existe la casualidad, o los hechos importantes resultan ser causalidades sobre el coeficiente de la analogía a los círculos? ¿Es acaso el lobo estepario quien más errado está en su visión sobre el mundo, o es a la inversa, que esa necesidad humana de aferrarse a otros individuos para sobrevivir y enfrentar el miedo? ¿El miedo a que? ¿Al destierro? ¿A caminar como ratas y humanos entre las ilusas creencias de que “Dios” mata y castiga a quienes su moral no esté avalada por el dogma de la ciencia contemporánea?

Ella se acercó y me abrazó por la cintura fuertemente. Sus brazos creaban una sensación de calidez estupefacta sobre mi vientre, su perfecto rostro, su facción iluminadora apoyada en mi jorobada espalda me mostraron que todas estas preguntas que recorrían el laberinto de mi mente, tenían su solución, y yo (tanto como ella), estábamos completamente seguros. Eran aprendizajes. Vidas y recuerdos, dejavúes de otros tiempos, de habernos conocido en la Edad Media, o antes inclusive, pero todo esto recaía en aprender, y crecer, evolucionar.
Pero no evolucionar como una raza preparada militarmente para aniquilar aquello que desconozca y produzca miedo, o enjuiciar a los individuos por sus enfermedades criminalísticas, o vender la moral por unos fangotes de billetes verdes que giran en el mercado mundial, sino como humanos, nada más ni nada menos. Nunca existió una obviedad mayor a esa, evolucionar como humanos.
No logro todavía entender porque si se han resuelto enigmas indescifrables, como jeroglíficos elevadísimos de la civilización Egipcia o los enfocados Mayas, ¿Por qué implicaba tanta dificultad razonar ese concepto: evolución como humanos?

Di la vuelta y la bese, sin demasiados rodeos. Estuvimos un largo rato enroscados, viajando a lugares como en los cuentos infantiles, y finalmente la tome de la mano izquierda, acaricié su anaranjado pelo, mire sus alas y le dije:

- Es hora de partir, el tiempo nos ha llegado y el horizonte no puede esperar más. Hace tiempo que nos viene esperando, y ahora es el momento de zarpar hacia otro lugar, donde las nubes no lloren por los humanos perdidos en su oscuridad, ni la Luna o el Sol quieran suicidarse en cada ciclo. –

No me contestó, puesto que no había nada que decir. Sabía que estaba en lo cierto, y que esta vez el mensaje era muy claro, alejado de toda escoria posible, de negativismo y de objeciones burocráticas, era simple y conciso.
Apoyó nuevamente su rostro en mí, tocó mi pelo y me susurró algo al oído, que no logré descifrar.
A mis espaldas la noche había cedido, ahora solo se veían los lamentos de esas constelaciones que fueron sacrificadas para darle otra oportunidad al hombre, los sollozos de esos volcanes en erupción que despertaron tras años de estar dormidos, toda la naturaleza lloraba a gritos la pena profunda que había sentido.
Se sacó la ropa muy lentamente, quedando completamente al desnudo, mostrando su completa naturalidad. De alguna manera, yo intuye que era mi turno también. Deje mis piltrafas a un costado de las suyas, nos tomamos de la mano y comenzamos a caminar hacía el horizonte, donde brillaba la última estrella viva, virgen de mal y pura de bien.
No sentíamos absolutamente nada, más que una conexión interminable, de toda la vida. El agua del océano resultaba cómoda, tibia y vivificante. No hacía falta hablarle al oído o decir una grosería como era costumbre en mí, sino dejarse llevar por el llamado de la Tierra.
Finalmente seguimos caminando mar adentro, y nuestras manos estaban firmes y cálidas, la mente estaba tranquila, y el cuerpo había dejado de funcionar, pero yo sabía (tanto como ella) que nada había que temer.
Y así fue, que al estar de pies a cabeza sumergido con mi única dama, perdí el conocimiento y el interés de cargar semejante pena por el resto de la humanidad. Los duros infiernos se habían apagado, los círculos de la vida llegaron a su fin, y prontamente estábamos en el último, el más grande de todos, camino hacía una evolución insuperable, donde pudimos entender y dejar de lado todas esas cuestiones materiales, y esas ataduras: impuestos, hipotecas, autos último modelo, celulares importados, comida chatarra, televisores pantalla plana, electrodomésticos, bancos, cuentas bancarias, adeudamientos, boletas de gas, agua, luz, aparatos electrónicos para facilitar la vida, todas esas cosas que hacen del hombre una maquina destinada a perderse en la telaraña de la exactitud, de sus orígenes y sus verdaderas necesidades, que van bastante más allá que su triste y mediocre consumismo por la vida.



Nota:
No se si algun individuo ha leido esta nueva "historia", quiero aclarar que es parte de un sueño, y quizá ahí recae lo esencial: lo onírico que la vida puede ser.
Quienes no hayan entendido nada jodanse por no experimentar. Quienes entendieron mis felicitaciones, pero no se trataba de entender. O si, depende donde este lo esencial de la esencia efervescente.

20090506

Correr



Parte III

Volví a ella.
No supe como entrar, y al fin de cuentas me quede en su puerta principal. Comprender el sentido de la soledad, pudo hacer chasquido en nuestros sentidos más oscuros, mimetizándose con las apariencias de nada, de poner una careta como la justa y misma, de esa boutique estilo londinense, donde había jugado conmigo su inmunda sensación de frialdad.
Todo se trataba sobre esas caretas que el nuevo mundo humano generaba como espermatozoides.
O a lo mejor ni siquiera nos importaban esas sentencias falsas, esos discursos políticos de aire dominguero, esas amistades falsas, o los billetes de anteayer, sino que existir se provocaba con la mezcla de otros colores.

Tonos, blanco y negro coexistían, y sin embargo podíamos ofrecerle al incurable cuadro, un choque diferente, lo que me llevo decisivamente a arrimarme, para comprender aún más lo que ella tenía para decir, y todo este tiempo nunca se animó.
Dibujando en la arena se encontraba, un círculo pequeño, seguido por montones de otros círculos mojados por la arena, y así su anular enervado, tieso, nostálgico, llamó mi atención.
Me senté a su lado de manera pretenciosa. Pude observar un tiempo como recorría una y otra vez el primer y pequeño círculo, mirando fijamente un punto perdido en el espacio del no-tiempo aquella tarde gris de un agosto deplorable. Sus manos cada vez tomaban un color escarlata en sus prolongaciones, resaltando la temperatura fría, que como un aire de anhelo llega a los habitantes, cuando su desesperación, sus agravios, sus hematomas y sus sueños frustrados, planean ahorcarse en un estanque de cera enorme.
No hay retorno para el frío desconsolante.
Me quite las zapatillas, para apreciar un poco más de cerca, una conexión leal con la biosfera. Al mismo instante vi como su nariz, sus mejillas y sus labios, se convertían en un fantasmagórico tono rojizo escarlata. Inclusive, tropecé visualmente con sus pies sumergidos a medio tobillo, en los resonantes y constantes atrevimientos del océano.
Un espectáculo eminente, perfecto, de un apaciguamiento imaginario, pero dentro de esa figura, ese monumento a la vida ilustrada, sabía que un infierno se desataba. Otro infierno, similar al mío.
Puedo recordar que me sentía como el culo. Me fastidiaba bastante la brisa congelada que jugueteaba con nuestros pelos, de cualquier manera, recuerdo tomar su mano (esa que estaba desdibujada casi, resguardada entre sus piernas), acariciar su piel unos segundos, pero nada de esto parecía importarle, puesto que sus ojos habían logrado desprenderse del cuerpo, dejando lo material, lo físico para más tarde.
Yo también estaba ansiando distanciarme de todo lo despreciable, de todo el escorbuto, y me resultaba imposible hacerlo, sabiendo que ella, ya no estaba ahí presente para verme, para evidenciarme al menos, y comprender la situación o encrucijada que el universo había preparado sabiamente.
Estuve un rato largo desorientado, juntando energía me atreví a irrumpir su ritual, aprisionando su mano que dibujaba un círculo continuo que parecía nunca terminar.
La recuerdo helada, como un aliento a esperanza. Me miró solitaria y sin pensarlo demasiado susurró serenamente:

- La vida esta compuesta por montones de círculos interminables. Empezamos en el más pequeño, para crecer con experiencias y vivencias, evolucionando y abriendo nuevos caminos, otros círculos mayores. Cada momento de soledad, cada destierro, cada depresión, hace tocar fondo, para darte cuenta que estás en lo más bajo, y más de eso no se puede ir, excepto ascender a círculos mayores -.

Vacilé, me percaté de sus palabras y con total seguridad le dije firmemente:

- De eso se trata todo esto, tocar fondo y crecer, revolver entre toda la mierda, para encontrar tesoros, que resultan inexpresables. Aquí y ahora, revolví entre toda el rejunte de basura de este último tiempo, pero como cortesía inmediata, entre en esa boutique abominable. -.

- Transité todos estos últimos círculos – dijo señalando los dibujados más amplios- pero nunca encontré algún tesoro en ellos, solo el saber que al final de cada uno de estos, algo nuevo germinaría de manera causal. Toparme ahora con esta realidad, me hace tocar a la cúspide de mi vida, que ha sido de lo más grata, de lo más sulfurosa, pero una de las que mejor quiero recordar. –

- ¿Porqué me preguntaste si yo creía que nuestra relación iba a funcionar? – pregunté reflexivo.
- Porque percibí desde el primer momento, que tu soledad y la mía, tu incongruencia, tu desapego por la vida, iba a unirse con mi abandono, era solo cuestión de tiempo...-.
- Entonces... ¿sabías que todo esto iba a pasar? –
- Sí... lo supe en el momento que corriste para seguir mi camino, aunque dudé de a momentos si realmente habías entendido de que se trataba todo. –
- Corrí porque entendí tus palabras, que de alguna forma, se asemejan a las mías, a tus incongruencias, tus desapegos por la vida, y mi abandono... era cuestión de tiempo saber que tu frialdad eran solo máscaras para protegerte... ¿De que? – dije sosteniendo sus manos cada vez más fuerte.
- Protegerme de entrar en un nuevo círculo, que no voy a poder ver, ni voy a poder compartir, porque por más que en este momento sintiera como todas las penas de mis memorias clausuradas se disipan, nuestros mundos son diferentes, y nunca vamos a poder unirlos. Por eso, la mejor solución es huir, escaparse y que nuestros anillados ciclos circulares nunca se destruyan entre sí. – contestó preocupada.

Solté sus manos. Dos segundos atrás pude sentir todo ese tormento que la embriagaba. Era de un poder indiscutible, de una oscuridad imploradora, y la implosión de todo eso, lograba hacerme jactar de que los infiernos existen. Pero no existen como una imagen divina de la lucha entre ángeles y demonios, sino dentro de cada ser, cada especie reprimida de sus verdaderos ideales, la bestia vampírica la culposa sensación de un hundimiento completo.
Lleno de mierda se encuentra el pensamiento humano, al luchar contra indescriptibles atrocidades que intentan ser los grandes misterios de un siglo abandonado en el escalafón de la evolución.
Motivos cuestionables resultan, agrupar a las sociedades como venados tuertos dentro de un rebaño abominable de ideologías secundarias, donde la mejor vanguardia es aplastar los sentimientos con la cadencia anti estática de ser unos imbéciles conformistas con el entorno material.
Insuficiencia vivencial, un límite descomunal entre la espada y la pared. Parecen ser más los problemas que el burgués se genera, que los que realmente se muestran visibles a la realidad inherente.
Una búsqueda fétida, a separarse de lo que realmente vale la pena luchar por, y por lo que realmente la escoria acumulada en las grandes ciudades, intenta hacer creer a sus habitantes.
Ciudadanos ilustres, de pensar equívocamente. Aldeanos inferiores, son, por el simple hecho de negar sus vulnerabilidades, y aquel osado héroe que logré hacerse cargo de lo que le toque, es un sapo, una larva, un gusano de mil aptitudes ante el ojo enjuiciador de la denigrante sociedad atormentada, translucida e irracional.

Entendía su pena, regar una flor de luto, entre tantas tumbas espirituales, era como sucumbir ante el terror norteamericano.
Como todos esos organismos simulados de nacionalidades soldadas, que buscan excusas para sentirse “honorables”, y condenar los métodos usados por otros gobiernos defactos en el África, en la demolida Sudamérica, asentamiento hoy y siempre de las grandes potencias. Todos ellos, torturados de las justificaciones injustificadas, de los procedimientos oficinescos, esa diarrea, ese colon putrefacto, agonizable simbiosis de la analogía a la mierda indestructible, a todos esos soretes de color blanco, fuesen ya por su incompetencia, o el magisterio de haberse arrinconado por el vacío.
Supe que involucrarme sentimentalmente con ella, sería un escape a todo lo anterior, pero que dolor saber, o conocer, el infierno propio y el ajeno, cuando afuera en el exterior, la vida humana usa bocetos coloridos, intentando esconder su verdadera cara.

- Estoy dispuesto a destruir cualquier círculo, tocar fondo, pero crecer siempre...aunque eso simbolice terminar con este ermitañismo que nunca deje de predicar. – le dije profundamente.

Nuestras manos continuaban firmes. El frío iba consumiendo la tarde, prontamente las olas del viejo mar acompañaban aquel perfecto sol, y sus compañeras nubes, que desnudas en su andar, acribillaban al resto del tiempo, hilando fino una tela maestra donde pronto la noche ascendería para iluminar aquellos veleros pensantes, tan perdidos es sus trayectos. Gaviotas y otras aves revoloteaban con el llegar de algunos barcos pesqueros, su profunda paz interior en esos marineros, preparaba el repentino alejamiento de los ruidos en la molesta ciudad.
Mis creencias sobre la necesidad eficaz y correcta de los cementos con ventanas, iban generando sus dudas, y sutilmente llegaba a pensar que tanto mejor sería, y cuán educado, era sumergirse en ese océano marino para nadar por siempre y despertar cuando todo haya terminado.
Las analogías del ángel sobre los círculos humanos, sus crecimientos, experiencias y el avance tocando fondo, hacia el ascenso, aturdían mi mente. La inspiración divina para existir, estaba frente a mis manos, mi espíritu y no pude hacer más que dejarme llevar. Todo contra lo que yo luchaba, pasaba a segundo plano, toda ese gente que pensaba en los coyotes alejados de su manada, eran gases impertinentes, tirados al azar con la más indiscutible flatulencia.
Necesitaba respirar de repente. Me levanté, deje sus manos durmiendo con su rostro entumecido, caminé hacía lo orilla y metí mis pies en el agua salada. Una vivificante energía recorrió todo mi cuerpo, mejorando mi visión, mi sistema cardíaco y aclaró también mis pensamientos momentáneos. De a poco, las llamas iban suturando, mientras que mi reinante caotismo era zurcido con hilos de mujer en tarde fría, sobre un agosto in memorioso de ese inconciente colectivo llamado existencia.
La joven angelica finalmente salió de su trance, al instante justo que yo había procesado mis pensamientos.
Prendí un cigarrillo, el primero de la tarde, para ultimar los rayos de luz.

Una película de cine ruso, al acabar el día, con sus vientos perfectos, moldeando y esculpiendo las preocupaciones, el constante repiqueteo del agua, mis ojos cerrados y pude entonces encontrar todo lo que necesitaba. Tantos años sin darme cuenta que siempre todo, había estado ahí. Inclusive, el mar, los árboles, las omnipotentes montañas, los insectos, los animales, el frío, el calor, las brisas primaverales, otoñales, veraneras y de invierno también.

20090430

Correr

Parte II


Al darse cuenta y percibirme como una persona diferente, cambió su máscara para hablar sinceramente y sus palabras fueron:

- Huir es siempre el camino hacia no involucrarse. Es mejor correr que sentirse desalmado....-
Sorprendiéndome, la miré a los ojos y le contesté:
- Correr no es el mejor camino, el futuro va seguir desarrollándose... aunque así no lo creas... Me hacés recordar a alguien... de una película, pero no se quien...-
-Titanic.-.
-¿Qué?- pregunte confuso.
-Titanic, a esa película te debo hacer acordar.- dijo ella sensualmente, creando una sonrisa en su rostro.
-¡Claro! ¡Kate Winslet es quien yo digo, tenés un parecido interesante, por no decir escalofriante.-
-¿Pero de que sirve parecerse? ¿Si en realidad no hay nada adentro? –
- ¿Nada donde? – .
- Dentro mío, y dentro tuyo.... por algo estamos acá, en este lugar, en este exacto momento.-
- No entiendo... me siento desconcertado.- dije levemente.
- No importa. No soy fácil de entender, y el mundo me es demasiado enredado para saber porque estoy aquí, porque vivo, existo, en una realidad inherente a nosotros. ¿Porque siempre un ave de alas recortadas y un coyote de pelaje grisáceo, son fenómenos de una exposición como este lugar?-.

Tras pronunciar estas palabras, dejó toda la ropa en su lugar, me miró de reojo, y comenzó a correr lejos, abandonando la boutique, a su gente, y a ese show de fenómenos que segundos antes me dejó inútil, de manera tal que mis extremidades no reaccionaban.
Sentía el hundimiento, sentía el medallón perdido bajo el océano atlántico, pero por sobre todo no me sentía para nada.
Era como si de repente ella resumió delante de mis narices, todas las respuestas que mis años de erudito insignificante me habían costado. No sabía ya que predicar, ni contra que ideología blasfemar, solo quería huir, salir despavorido, esfumarme, desintegrarme entre rosas de espinas áureas, ahogarme en sangre de inocentes, levitar o volar hacía un volcán en erupción, dejar el lugar, escapar, correr.
Vi su reflejo detrás de un enorme y soberbio ventanal. Ahí estaba esperando que sus palabras hicieran efecto. Nos quedamos largo rato mirándonos, hasta que volvió a mezclarse entre la lluvia, la niebla y corrió cruzando la calle, camino hacia la costanera donde el mar esperaba. Huí de aquel cementerio de vanidosos, la pude divisar entre todo el desconcierto, pero ella no se percataba de nada, excepto su andar, su huir de todo y todos.
Tras llegar a la costanera, y posando frente a un pequeño muro de piedra fina, miró en dirección a mí. Corriendo de repente me encontraba, hasta que encontré señales de su mirada perdida, y me detuve a pocos metros de ella.
Todo lo que sentí en ese momento fue destierro. Abandono para ambos, dos individuos entre una colonia de hormigas invisibles, que trabajan para producir su propio entierro. Los colores vivos del mundo de repente estaban difusos, inestables, inalcanzables, pero fronterizos. Decidí correr hacía ella de manera sagaz.
Sus ojos al presenciar mi movimiento, propusieron una rápida retirada, entonces ella comenzó a correr nuevamente.
Acertado en mi profunda decisión, logré adelantarme unos metros y tomar su brazo, atrayéndola a mí, de manera tal que un escape, por parte suya, resultara dificultoso. Así fue que me miró preocupada, atareada por la situación, y con una profunda pena en el alma dijo:

- ¿Vos pensás realmente que nuestra relación llegaría a funcionar? – .

Unos instantes de meditación habían llegado a comprender que en aquel instante, el show de fenómenos simplemente se había desvanecido, transformando su cuerpo etéreo, en una causalidad.
La música en mi mente cambió repentinamente, me detuve a pensar en su pregunta, simulando alguna especie de reflexión momentánea, intentando incluso descubrir la posibilidad de facilitar mis decisiones.
Tomé su brazo fuertemente, y logré ponerla frente a frente. Nuestros ojos se tocaron, nuestros egos, los millones y billones de tipos de energía que llegaríamos alguna vez a conocer, entendieron que el destino nunca forjó algún gatillador por sistema de computadora. La vida hoy, y a partir de ese momento, comprendí que se trataba de atajarse con un escudo emocional, a todos sus escenarios. Inclusive esos pedestales insostenibles, donde la ceniza volcánica es el único efecto posible de abandono.

- No lo sé, pero estoy seguro que no vas a sufrir – contesté sabiamente.
- Pero voy a emocionarme, y no quiero hacerlo, cuando alrededor mío crece solo malaria, y escombros.-

Sinceramente no supe que contestar.
Sinceramente no se me ocurrió absolutamente nada indefendible para arrimar a ese momento perpetuo.
El ambiente calló. Saltó ella el pequeño muro de piedra y se dirigió a la orilla de esa especie de playa en plena ciudad. Se sacó sus lujosas botas color celeste, dejando a la intemperie unas medias de color blanco pureza.
El viento comenzó a soplar, y su traslucido vestido moderno, se volvió en un ala flameante de color perfecto, evidenciando y transmitiendo una sensación de viveza a la bien abandonada gran ciudad.
Se sentó a un costado de las primeras pequeñas olas cristalinas.
Fue ahí cuando pensé en el lobo estepario de Hesse. Recordé un dilema perfecto planteado que me hacía entenderla, y no poder discernir ante nada ni nadie, la peor sensación de mis bienaventurados pensamientos. No era una historia trivial, ni mucho menos, pero nuestras circunstancias nos revelaban la abundancia en materia de escoria, quizás más de la que un chacal y un ave de vuelo aporreado pueden aguantar.

“Cada época, cada cultura, cada costumbre y tradición tiene su estilo, sus ternuras y durezas peculiares, sus crueldades y bellezas; consideran ciertos sufrimientos como naturales; aceptan ciertos males con paciencia. La vida humana se convierte en verdadero dolor, en verdadero infierno sólo allí donde dos épocas, dos culturas, o religiones se entrecruzan.”

Así me di cuenta que lo nuestro no fue casual, nunca nada de todo lo transcurrido fue casual, sino que algún motivo albergado existió en todo ello. Uno, varios, centenas, millones o cuatrillones de motivos por los que dos seres, sobresalen a toda la naturaleza de su entorno, causando un viaje hacía un infierno, un infierno sin igual, donde no existen las flamas sino la sensación de quemarse internamente, de obtener un cuadrillé de huesos machacados, aplastados y destruidos por el sistema de un putrefacto portal donde el humano genera su auto destrucción.
Evidencié sus palabras de tal manera, que miré alrededor y fue más que claro la panorámica visión.
Autos, humo, portafolios andantes, hombres asfixiados por sus sogas al cuello, cemento por doquier, colores oscuros, carteles propagandísticos enormes, con frases estúpidas, inconclusas e insoportables, la contaminación sonora, auditiva y humana creaban un campo de batalla.
No me pude concentrar, pero igual lo hice.

20090429

Correr



Parte I

“My Love is like a flower, daisies are always free. You’ve to let it be free”
BJM

De repente se sumió todo en un momento nupcial.
Siempre hay una razón por la cual nunca me enamoro de ella. Es la única en la que yo realmente creo....

Se despertó mi apetito dentro de aquella enorme y anticuada boutique estilo londinense. Afuera llovía un panorama complejo, lleno de exactitudes meteorológicas que impedían a sus espectadores, abordar alguna posibilidad de escape.
Solo su presencia me atiesaba las extremidades, los huesos y sorprendentemente todas aquellas ganas de narcisismo injustificado se replegaban como salvajes corderos de las estepas.
Una energía celestial rondaba sus praderas, mientras que tan alegre y sutilmente, ella ignoraba mi presencia.
No quizá una ignoración despreciable, ni mucho menos una despectiva, puesto que mi conformismo ante la vida, reflejaba ciertas sensaciones positivas en el resto de los paseantes. Si bien me sentía presumido, y etéreo a la vez, estaba seguro que algo se traía en manos mi peculiar destino.
Lo que más llamo mi curiosidad de aquel momento, fue una canción en particular de Dandy Warhols que sonaba de manera apasionante, fusionando mi propio surrealismo con la realidad utópica.
“Los chicos son mejores, chicas estén atentas.”, señalaban los altavoces del lugar.

Pasé cuatro veces delante de sus ojos: cuando la conocí en otra vida, cuando pensé en ella y ni siquiera me percibió, cuando la soñé, y ahora que estaba frente a mi perspectiva colegial de una tarde de invierno.
Perfecta en su estado, su solidificación de independencia leal, de pensamiento leve y jubiloso, un toque mágico de su belleza adornaba el estereotipo clásico del lugar. Su perfume a color naranja aplanaba mis pupilas, dejando mi alma y mis emociones al desnudo. Simplemente me sentía inútil, cruzando la puerta, en pantaloncillos sabor a mierda, un destierro de la puta madre, y mis calcetines a medio comer por el tiempo despilfarrado entre ida y vuelta del infierno.
Seguí mi curso pasando muy cerca suyo, de tal manera que por unos instantes el tiempo de aquel entonces, se tomo todos aquellos milisegundos necesarios, para que ambos apreciáramos las casualidades del azar.
“Espero volver a verte”, me dije en un trance psicodélico. El cristal de mis sueños, de mis profecías y mis deseos más profundos generaban una linterna de color rojo que desgastaba su atención en mí, por primera vez, dejando de lado al resto de los errantes individuos en aquella estructura plena y puramente consumista.
No se porque, pero podría pensar de mil maneras como sumergirme en ella. El único equipo adecuado que tengo es mi emblema de lobo estepario, mi infravisión productiva, mis narcóticos anti desesperación, y la constante búsqueda de un espiritualismo, de una creencia no fundamentada en la decepción.

El universo está lleno de causalidades, no casualidades. Ningún ente rige desde un trono omnipotente, y la naturaleza es perfecta, a tal punto que se auto regenera, dejando al hombre como la criatura más débil de todas las especies.
Esto es tan cierto como que la debilidad mayor de esta raza es poder sentir, poder pensar, actuar y proyectarse a si mismo sobre un futuro impreso en las constelaciones que hoy no están.
No se porque lo hice, ni cuales fueron los principales motivos que justificaron mis acciones, mucho más no podría decir, sólo albergar la posibilidad de que una epifanía se apodero de mis actos reflejos.
Era lo que tenía que hacer. Un hombre hace lo que no debe hacer en el mundo contemporáneo y perdido, para mí fue necesario desterrarme de tal manera que su perfecta biología no llorara más, ni se emocionara o sintiera un desagrado mayor al que produce el siglo XXI.

Vendía imágenes ella. Les vendía a hombres y mujeres la alucinación perpetua de sentirse galanes, donde el cutis era una pradera recubierta con una especie de baba de consistencia gomosa, que daba al portador un asemejo a diferentes colores, también vendía a sus elegantes y aburridos cabellos una elegancia cuestionable, y por sobre todo, ella se sentía agobiada por semejante mentira publicitaria.
Esa obsesión de entregar al hombre cosas innecesarias para existir. Entonces comprendí, ahí mismo, sin rodeos o pensamientos negativos, que todo es producto de un algo, cuya base es injustificada mediante algunos incoherentes, que justifican a sus acciones como el algo de otro producto misterioso.
Algo así como decir que las empresas y la educación deberían fusionarse. Tan estúpido e ambiguo resultaba aquel concreto lucrativo, que vi la desesperación en carne ajena.
Vi la compulsividad de los comensales, que como bestias mitológicas hambrientas, gastaban sus pedófilos cupones (que cuatro horas atrás habían sudado para tenerlos en sus bolsillos) engullendo y devorando a su paso todo producto o artilugio falsete que se encontrase dentro de su rango de visión.
A mis ojos, no podría hablar de una crisis económica mundial, mas bien demostrar el porque del decline social, cultural, artístico y humanístico de la raza.
Pero me importaba ciertamente un carajo, lo que las sombras vanidosas hicieran de su existencia, yo me manifestaba por ella.

Finalmente conseguí juntar obscenidades y me dirigí a inspeccionar el lugar. Sabía internamente que nada de todo lo que ahí existía me parecía relevante, sin embargo no pude dejar de lado mi recurrente curiosidad e inspeccione algunos malévolos productos que se encontraban en los laterales. Me llamó la atención un líquido viscoso que eliminaba todo tipo de cabellos muertos, a cuesta de una considerable anexión de riqueza, además, la inversión opinaba en su envase de la siguiente manera:
“No se garantiza una efectividad segura. Pueden existir efectos secundarios al cabo de unos días, en tal caso la empresa no se responsabiliza por los daños causados, sean de carácter letal o produzcan algún tipo de contusión. Ante cualquier duda consulte a su médico.”

Quizá también ahí entendí el funcionar de la industria mundial. Vender ante cualquier duda, sin la menor duda de sea lo que sea, funcione o no, algún idiota siempre lo va comprar. El problema crecerá cuando sean millones de idiotas alrededor del mundo que adquieran su réquiem en pócimas a base de químicos.

Tampoco me importaba realmente, pues había leído de chico por ahí que cada imbécil se hace cargo de sus propias estupideces, y por ley, yo tenía las mías.
Hubo otra enorme gama de inútiles artilugios evidenciados (que no valen la pena mencionar), pero sin embargo, en un particular instante dirigí mi atención hacia un joven adolescente que parecía no encajar demasiado en el ambiente. Sus ropas de lo más común, y de preferencia oscura, incomodaban al resto de los insectos. Se lo veía contrariado y ofuscado a la vez, por lo que accione a brindarle una ayuda nigromántica. A toda esta escena, el ángel de los postergados, se posó unos metros detrás de mí y del muchacho.

- Veo que hay algo perturbante en tu mirada... ¿Puedo preguntar que te atormenta? – dije de manera fugaz.

El joven sorprendido por mi repentina labor, miró desconcertado y respondió:

- No se... puede ser que consiga ayudarme. Tengo que regalarle algo a mi novia, pero no se que... no encuentro nada de utilidad y apenas me quedan unas horas para ir a verla, es su cumpleaños, ¿Sabe usted? –

-¿Qué edad tiene? – pregunté curiosamente.

- Es... un poco más grande que yo, tiene unos......veintisiete, no, ¡Veintiocho años va cumplir hoy! –

Asombrado por la situación, reflexioné unos segundos muy breves y revolviendo entre mis experiencias y recuerdos, le dije:

- Es una mujer prepotente, no espera cualquier cosa de un joven, menos de su amante. Tengo una idea de algo que puede interesarle. –

Incomodada o sorprendida por nuestra conversación, la joven interrumpió diciendo:
-¿Por qué dice que es una mujer prepotente? – y como fastidiada esperó una respuesta.

Yo, ignorándola de manera amistosa, acudí al joven indicándole que me siguiera para hablar alejados, sin que ella pudiera escucharnos, lo que terminó produciendo cierto jugueteo, donde intentaba escuchar de qué hablábamos nosotros.
Nos alejamos hacia la sección de los perfumes, y la joven ángel con aires de curiosidad extrema, se detuvo frente a unos estantes con ropa femenina, generando un orden entre ellos, y a la vez intentando prestar atención a mis instrucciones sobre el joven adolescente.

-Un perfume exótico, suele ser una de las mejores opciones. Son caros como todo lo que hay aquí, pero ella va sentirse especial, sabiendo que huele algo diferente a todas las mujeres con las que has estado. – indiqué sutilmente.

El muchacho se quedó perplejo y no exclamó, ni objetó, ni dijo absolutamente nada de nada. Me miró de reojo con seguridad, y buscó dentro de sus bolsillos treinta y cinco arrugados pesos. Por una cuestión monetaria no le era suficiente para pagar los delirios de la tienda estilo londinense, de alineamiento conservador, lucrativo e incluso elitista.
Al cabo de unos instantes, aparecieron otros dos muchachos de las mismas características al anterior, con la misma vestimenta, y entre los tres procedieron a juntar una suma equivalente al perfume extravagante propuesto por mi persona.
La joven pelirroja estaba asombrada. De repente se había congelado observando la situación, mientras que me di la vuelta y la sorprendí, intrigada en toda la secuencia anterior.
Rápidamente se sonrojó, posiblemente sintió vergüenza, y me dio la espalda.
Sin pensar esto como un impedimento, me acerqué le toque el hombro y quise entablar una conversación. Su mecanismo de autodefensa fue reflejado mediante una frialdad desconsiderada, adoptando una personalidad semejante a la de toda la escoria del lugar. Con aires aristocráticos, intentó rechazarme, mientras que doblaba ropa horripilante con símbolo de cocodrilo y palos de golf. Sabía yo, que su elitismo, era solo una propiedad de la careta diaria, empleada para repeler aves de vuelo bajo, de mediocridad absoluta, pero esa débil táctica no iba funcionar contra este viejo felino.

20081124

Vivo al fin




Las películas y el cine tienen algo en común: la vida real. La música y las drogas existen para si, la cadena de auto sustentación suelen ser los peores problemas de aquel que irradia estructuras inservibles. No existe nada imposible sino complicado. No existen laureles sino coronas, pero estas últimas no pretenden estar como halo del ego, y fomentar la soberbia de lo imperdiblemente lógico que resulta sentirse un personaje. Quienes juegan personajes saben muy bien jugar ajedrez. Sus tácticas son aplicables, su cobardía o valentía a la hora de existir, radica directamente en el nivel de juego. Un oponente débil e indeciso presenta una baja de moral en sus fichas, y en sí mismo. Quienes se creen toscos y duros, completamente la imagen del macho idiota, van a la guerra sin cuidar sus fichas. Sus únicos dos pilares, como sus dos únicas torres, suelen ser la belleza y lo superficial.
La vida entonces es como un ajedrez insolente, ataca y ataca, defiende demasiado bien, y castea hechizos inexistentes sobre los seres. Amor, odio, lujuria, avaricia, codicia, dejaron de ser pecados en el mismo momento que la ciencia entró en las mentes de los jóvenes.
La lógica y la razón parecen ser fundamentales en el fin del principio. El materialismo, la globalización, el dogmatismo, el imperialismo, la decadencia social, los desastres climatológicos, la estupidez rata-pesticida corta yugulares de todas las sociedades involucionadas es la excusa perfecta para plantar la semilla de la ignorancia. O la manipulación, lo fundamental: vivir para trabajar. ¿Trabajar o vivir?, ¿Vivir, vivir, vivir, trabajar, morir trabajar? ¿Morir, vivir, morir, trabajar, trabajar, trabajar, morir? ¿Morir ir y venir, trabajar, vivir o morir viviendo? ¿Trabajar muriendo, o vivir trabajando?
Los emblemas y los anagramas estúpidos son las respuestas al futuro.
Mierda por doquier en sus mentes, cromosomas imperfectos de los miedos e inseguridades de antiguas generaciones. Generaciones acribilladas por la autoridad, la autoridad confundida y definiendo los lechos de vida de sus pobres cabezas oprimidas. El rojo fervor va muriendo de a poco, cuando el blanco paz inunda los cielos, los mares y las puertas del infierno.
Somos infernales mercenarios para la nueva revolución. Los mercenarios nunca mueren, solo se reagrupan en el infierno. Todos existen y viven para ser mercenarios, pero solo algunos logran comprender porque sostienen las vivencias que llevan, y los lugares que transitan, los medios que acompañan, los viajes astrales y no tan astrales, los viajes psicodélicos, o de color verde con papel de lillo. Parecería ser que es mejor fenecer con las ocho horas laborales, que buscarle una vuelta a la situación, probar llaves en diferentes anzuelos y llegar a la conclusión que los mercenarios están mejor pagados, por el universo.
Los ojos que tantas cosas nos han recriminado, les gusta pensar que su territorio no está en crísis, y que fuera del rebaño, todo está mal, y es oscuro, cuando la oscuridad es el peor enemigo del hombre.
La oscuridad suele trascender en la vida de las maneras más inesperadas. Los lujos, las cuestiones materiales y las estructuras existen porque la oscuridad es más fuerte. El cielo y la luz escasean, pero solo se encuentran refugiados, como los guerrilleros de un país que pelearon y murieron en las alcantarillas, porque los gobiernos de mostacho no querían ni quieren un pueblo que cuestione.
Nos entrenan como maquina de matar la vida, con rutinas, prejuicios, envidias, emociones semi existenciales, guerras ideológicas sin sentido, manipulación genética, pero cuando una pequeñísima línea de la vida se corre un milímetro, es motivo de enjuiciamiento.
Las antiguas generaciones lucharon por su sueño, un buen salario, horas encerrados en cuatro paredes y sumisos a un cacique, nosotros queremos la revolución, y la queremos bien. Mentes al pueblo, y dejemos los fusiles de lado.
Somos si, mercenarios y revolucionarios seres de energía que destruyen y desmitifican toda la basura que hemos engullido por siglos y siglos, nos mataron a nuestros padres jaguar, a nuestros padres águila y a todas nuestras profecías…
¿Quién podrá matar ahora los mercenarios fénixes que juegan a capella los espíritus oprimidos de nuestros aborígenes, nuestros guerrilleros ideológicos? ¿Cómo podrán destruir las sociedades las mentes puras, los corazones sanos?

20081007

Levantáte y andá




Ya no soy una Biblia alcohólica. Ya no soy un ente defraudador, ni un pobre encrucicjado en las relaciones amorosas con el querer perfilarse de alguien.
Un haz de espiritualidad cósmica es quizá la mayor de mis ambiciones, profetas de la vieja África y las traducciones de aquellos cánticos espirituales.
Me gusta confiar en las cartas del tarot, y creer que todo es moldeable.
La chica de la esquina me gusta, y es muy fuerte.
Fuerte el placer de su cabellera mientras derrama resplandores de energía buenista, de complejos ultra etimológicos me torna, comprender la situación que me acompaña.
Voltearme a su puerta, a sus ojos y creer que Jah Rasta es una mentira.
Debo haber probado más drogas que religiones, más ilusiones que decepciones, y más depresiones que ambiciones.
En todas ellas descubrí el amor profundo que produce sentir el cambio, evidenciar los acontecimientos, pensar en blanco y descubrir una posible meditación.
Así es como me cuesta ver el futuro. Pero también es así como quiero ver el futuro. Ya no somos moralejas, ni somos reflexiones del ebrio.
Ya no quiero jugar al Bukowski, porque de esos solo hay uno, y muchos caminos, pero todos ellos conducen al creerse impotente,
al ser irreverente con uno mismo, a deprimirte y sentirte feliz de haber tomado semejante ideología como la de él.
La Tierra en crisis es el peor de los libros. La peor de las realidades, de cuando era chico y veía los dibujitos de “Capitán Planeta”.
Montones de imbéciles, mounstros, y empresarios acribillando a los hermanos de gaia, sin rejuvenecer la última pizca de nuestra alquimia, entre humanos y desolladores.
Siento la bravez del ser y me dan ganas de estallar. Siento a la vez unas ganas tremendas de seguir leyendo, para cultivarme y no ser un espíritu de poco lujo, con traje y corbata, portafolio cargado de miedos e inseguridades, en pleno Florida, camino al fucking subte.
Una crisis etimológica, de errores, de problemas enseñados en los antepasados de las almas.
Errores sin perdón de cómo estereotipar nuestras vidas entre libros inútiles de contenido economista, estereotipos o clichés soberbios de cómo tomarse un taxi y gastar menos dinero, errores antropológicos de tener miedo a lo desconocido.
Creerse el peor error de la vida, que vivir es ganar dinero.
Como el anillo de Sauron, una vez que tenés mucho, querés demasiado. Pero no va haber nadie que destruya el anillo, y cada vez se vuelve más interno, y mas sofocante.
Hace tiempo que vengo sintiendo de cultivar a Sauron dentro mío. Mi estomago ruge todas las mañanas,
y entre mate-cigarrillo, cigarrillo-mate, mate-cigarrillo-mate, cigarrillo-cigarrillo-mate, mate-cigarrillo-cigarrillo-mate, me he dado cuenta que deje de levantarme, dejé de ir, dejé de mirar.
Es más el hambre que sentía, que las posibilidades de ver un mal dentro mío.
Me gusta sentirme que el alma se cultiva a través de los efectos diuréticos.
Me gusta pensar que el reggae es la música del alma, y que nunca voy a ser rastafari, no porque no me guste sino porque no me gustaría llegar a esa meditación.
Recuerdo mucho, pero me olvido poco. La mente en frío, y listo para la meditación.
La veo a ella todo el tiempo en mis sueños, pero la recuerdo demasiado.
Tengo el bolsillo lleno de semillas, pero no hay flores para cultivar.
Mis ideologías aventuradas en la psiquis, pero ningún sentimiento revolucionario.
La espiritualidad en alza, pero ningún objetivo contundente.
La necesidad laboral urgentísima, pero sin métodos antroposóficos.
La salud mental en recuperación, pero nada para ingerir dentro de mi insanidad.
Una bocha de flores azules para regalarle, pero ninguna para destruir.
Muchísimas oportunidades, pero cuatro paredes de mierda y cemento.
“Trataré en los próximos días de creerme la belleza, aunque exista el bienestar”, leí en algún lado.
Lo único que puedo saber hoy, es que Saruman va caer, y mientras conserve mis poderes, mientras mi fé en alto esté, y la imaginación abierta, la batalla será mía.
Voy a ser profeta para hacer creer en algo, y voy a creer en algo, cuando te des cuenta de los códigos.
Cuando tu libertad sangre alcauciles podridos, y tus orgasmos saban a miseria, vas a levantarte e irte.
Yo me levanté y me fui, te gané de mano. ¿Nos vemos el jueves?

20080924

Pequeña Aprendiz



Pequeña aprendiz


Te veo todas las noches en el bosque. Te veo por eternidades de afortunados momento que he de querer pasar contigo. Tocar, tener y velarte en tus más profundas intimidades.
Contarte los secretos que a nadie confesaría, mirarte a los ojos y no poder prometerte nada, pero sin embargo, cargaría tus preciosos montes lunares, como un fiel lancero de un rey medieval.
Pequeños ojos son tu tez, acalorados cabellos significante de un poderoso cáliz, ceniza de fénix embriagador, de mis destellos sombríos hoy contigo, pequeño corazón.
Cada vez te siento más lejos, más clausurada para todos mis pecados. Que no son más que no haber hecho nada con mi vida, hasta haberte conocido, y pedirte a gritos que me contengas…. O la luna hoy, no brillará suflé, y tus momentos junto al horno del corazón inerte, van a ser despellejados por dejar que abandonaras a quien más te necesita hoy.
Tibia belleza la tuya, pequeña aprendiz.
Tibio calor hecha tu cuerpo en mis venas,
Perfecto hedor a tu rojizo lunar emocional, pequeña aprendiz.
Pequeño picaflor sentimental, no busques excusas ni pretextos para conocerme o para tenerme.
Pequeña necesidad se torna, levantarse todas las mañanas y consumar tus ojos, venerando tu muerte, tu sentencia lejana y tu abandono, pequeña aprendiz de las tristezas.
Aquí encrucijada tu caminata se encuentra. No pretendas creer que vacilaré al escucharte negar lo que me pasa hoy contigo, no creas que mis sentimientos pornográficos, eróticos o románticos, son una negación porque vos bien sabés que el ahora es ahora y el nunca está cercándote.
No trates de darte cuenta el porque de las cosas, hundirte en un llamar a la conciencia, o simplemente tomar el teléfono y consultar por mi. Yo lo haría si tuviera algo que me atara a tus hermosas pequeñeces.
Pequeña emperatriz de mis deseos, abre esas puertas que ya es tarde y tengo frío.
Pequeña aprendiz no me maltrates, por lo menos un rato, hasta que recupere fuerzas y pueda hacerte entender todo lo que quiero decir. No piensen que soy sumiso, ni tampoco un papanatas, soy solo lo que quieras verme ser.
Crecer grande, fuerte y sano. Olvidate de eso, y volvé a casa que todavía no es tarde.
El sol se pone sobre mi vejez, y ya no puedo dominarte más. Te dejo que partas, con la condición que vuelvas a verme, como rey de mi tierra promete recibirte con el mejor monumento a tu vespertino y vivificante cabello, tus ojos, y todo eso que nos hace bien.

20080915

De pensamientos e inconclusiones



Albergues y desprendederos



Es muy difícil darme cuenta de las cosas. Hoy no siento que estuviera escribiendo de verdad sino, haciendo algo que sentí que ya hice… como si se tratase de una especie de dejavú.
Inclusive estos pueden a veces olvidarse o simplemente dejarse llevar por lo que nos emiten de vez en cuando, como muchos tantos recuerdos de otras vidas pasadas, de noches de pedorreras increíbles,
de hasta algún ser lejano que ya no quiere saber nada de nadie, como en este momento probablemente esté sintiendo.
Es también muy difícil descubrir porque los dejavues vienen a nuestra vida. En mi caso particular, quizá es porque son una manera de darme cuenta justamente de todo esto que me resulta tan difícil.
La otra noche cuando fui a la fiesta, por ejemplo, hubo una revelación cósmica referente al sexo femenino. Había divisado yo, entre tanta cerveza, entre tantos antagonistas, y personajes emblemáticos, una mujer de cualidades rojas (y no comunisticamente hablando, ojo) quien me llamo más que muchísimo la atención. Principalmente porque ella resultaba ser una especie de especies no encontrable de manera fácil en cualquier lado, motivo de más por supuesto para corresponder una táctica de ataque lo suficientemente eficaz.
El problema fue que no era cuestión de tácticas, tan simple como suena: fijar un blanco, poner objetivos y desplegar una estrategia….esta vez se trataba de una misión más difícil: vencer el temor al rechazo.
El temor es una cuestión profunda y únicamente psicológica. Es donde intervienen el juego y la batalla eterna del hombre versus su propia mente, aquella arma de doble filo, que puede hacer todo oro, o puede destruir e hundirte en la propia mierda como un triple hundimiento de un Titanic de veras, no un crucero romántico. Pero no son solo contradicciones mías, sino que este ejercicio realmente resulta muy complejo de analizar,
las mentes y los humanos, son como ejércitos constantes de seres ideológicos, completamente fanáticos, que
chocan unos contra otros buscando el mejor equilibrio posible entre la locura y la esquizofrenia momentánea, temporal o eterna.
Después ya no importa absolutamente nada, y suena el tema ese de Jim Morrison: “Vamos gente porque están tan depre”, el resto es pura catarsis drogadicta.

Volviendo a las raíces, no quería por supuesto que se tratase de cualquier cosa, debía ser evidente el momento en que yo desprendería mis hormonas egocentristas para así mostrar la perseverancia que llevo dentro mío, y que solo cuando estoy ebrio o me importa todo un carajo, suelo realmente (y subrayado) desprender mis muchas máscaras. Y es como decía también Oliverio Girondo en uno de sus grandes poemas: “Mandarlas todas juntas a la mierda.”
Y se siente así, más allá de la indecisión ante todo, y lo difícil-engorroso que resulta darse cuenta.
El tiempo pasó como era costumbre, y no tuve peor idea que ir al baño, sentía que debía desprender toda la cerveza ingerida, más unas cantidades considerables de estupefacientes, del estilo: cigarrillos de pólvora, verdes, con muchísimo alquitrán, también algún cigarro OCB de combustión lenta, entre montones de barbaridades que no tendría sentido ni hoja traer al contexto. Conservando la orina adolescente, me dirigí con mucha efervescencia al baño. Estaba completamente vacío de personajes carne-hueso, y no lograba comprender entonces de donde invadían mis fosas nasales esos espíritus en forma de olor tremendo, putrefacto, abominable, infiel, completamente humano, y un leve torcido de tuerca.

El Ansia
(mini relato autoreflexivo)

Anoche soñé con Carito. No se si debería ser insulso, o un verdadero aventurero para avecinarme entre nuestras memorias conjuntas.
Era todo plateado. Un condominio de lo que podría haber sido todas estas noches de drogas fumables, armables y esos alcoholes a base de lúpulo, cebada destroza negligencia, que nos han llevado hoy a sentirnos perjudicados, más allá de lo que piense ahora.
Es difícil pegar dos o tres palabras cuando el umbral pasa a la necesidad de aplastar ideológicamente todas las mujeres que no supimos entender, y pensar: “Que boludo, la cagué”. Años más tarde siguen en pie las mismas propuestas de casorio (entre otras discriminaciones), pero ahora te dan ganas de ser un buen tipo de vez en cuando.
Es que yo creo que son muchos años de diferencia (o no), pero eso seguro que es un buen pretexto para no comprometerse con nada, ya que hay personas, y escritores.
Estos últimos atentan contra todas las estructuras pensando que la libertad es óptima, y ahí vamos a engullir el mundo, a mostrar lo más preciado que tenemos: el ego.
¿Pero que sería de todo, o de nada, sin el ego? ¿No es lo que hace lo verde desmentir todo? ¿Hay posibilidad de conjeturar contra uno mismo, buscando la menor posibilidad estadística de comerse la pared más dura, con cemento, rocas de granito, y baba de mariposa? ¿Es o no es un estado de animo el ego monotemático, dependiente, aplastamiento verbal de todas las ganas habidas y por haber, de masturbar el pensamiento con la mayor de las destrucciones? ¿O no es eso también lo que asegura las buenas indecisiones aunque te des cuenta que se acaba, y el tiro te salió por la culata esta vez, y no como preveías tiempo atrás?
Después quedás como un idiota en San Telmo con el culo al aire, y aunque ves mierda por doquier decís: “Buen día loco, voy a tomar una birra.”
Y quizá así debe ser. Quizá también la frialdad y la irrealidad sean producto de un ego imperialista, subyugador de pobres crios con autoestima, esos inventos del hombre.
Los únicos problemas deberían ser: Dios, los puerros, el imperialismo y alguna otra sutileza que no se me ocurre.
¿Y porque sos escritor? Me preguntó alguien una vez. Pelos ondulados, mirada desafiante, piernas tremendas, ebriedad amorfa y una noche de sábado. Yo como siempre, la mirada en donde más conviene, mi último cigarrillo, el olor a suciedad, las zapatillas de lona hechas mierda, me quedé pensando hasta que me evacuaron….por tocarle el culo a la dueña del after cerca de casa.

No tengo la menor idea. Quizás por la ebriedad que este supone me gusta escribir, y jugar al camaleón, o a una obra de teatro con Alfredito Halcón, donde yo soy el malo, y el es el padre abusador alcohólico que tiene ganas de sentirse patriarcal. También puede ser el ansia de llegar al límite siempre, de terminar los días, las madrugadas y las tardes de vez en cuando como si fuera el último momento de todo. Nadie está preparado para el más allá, para lo que sea que haya allá si es que realmente hay algo. Yo sueño por poder reunirme con Ernesto, Lou Reed y Jim Morrison, para preguntarle todas las cosas que nunca entendí de su música, y su revolución foquista pero eficaz.
De cualquier manera, después está la abstinencia….difícil de clasificar, de encontrar y de reprimir. Todo se retrocede en una carestía, la cháchara con los amigos: Popper, pepa, bicho, pasta, pasti, faso, tuca, cucumelo, jeringas, merca, bong, in-gravity, flasherines, heroína, y no vayamos al límite que voy a necesitar una colorada. De esas que tienen pecas, como si fueran cicatrices de vidas pasadas, marcas de existencia, que demuestran cuanto pretenden, pretendieron y pretenderán sus codicias-follajes neuro colóricos, coléricos, coloridos pestañeos de momentos intrascendentes que no vivimos juntos, amamantable vicio humano de que te acompañe, y como un imbécil te perdiste la oportunidad de hablarle la otra noche.
“Women seems wicked, when you’re a stranger, when you’re alone.”
Y sí. Quiero escuchar a la mariposa desquebrajarse completamente, antes de caer en el sueño profundo, cancelar mi suscripción para la resurrección, y mandarme mejor al loquero. Cuentos de hoy, ayer y siempre, serán inmortalizados por los corazones latientes de tantos zorros, nonagenarios espíritus que desean algo más que estar. Pero no hay nada que temer, porque yo estoy acá, y te invito una cerveza cuando nada tenga sentido, como ahora al leer toda esta epístola.

20080913

Cuestiones materiales


(O conversaciones conmigo mismo)


Estuve toda la semana pensando en los sueños, pensando en que hacer, en como hacerlo y lo más importante porque hacer lo que se que debería hacer. Métodos reflexivos de un calibre delirante, pero una reflexión súper necesaria para cualquier procedimiento metódico de mi mismo. Me hubiese gustado dejar atrás todas las cosas que me hacen bien, quiero mostrarle todo lo que conozco para que vea de una vez por todas que soy un buen tipo. No soy inerte a la sociedad, ni soy soluble en desorden social, pero vengo con un plus de ideologías escalofriantes, una cirrosis de prima y un corazón de púas eléctricas. Me siento como la guitarra de Jimmy Page a veces, otras simplemente la aguja que entra en cualquier brazo.
Cambié los discos, pero no encontré nada en el cofre.
“Espejo, espejo, pregúntale a tu hermana” es todo lo que escucho en sueños, ya las violetas
se tornan grises, y que tragedia vagabundear en lechos comunistas sin sentido, tremendas
ambigüedades de todos estos años de puro poder verde.
Tubos cónicos y no tan cónicos de extracciones neuronales que me han llevado a la
desinhibición molecular, haciendo crecer el campo donde probar experiencias nuevas.
Recuerdos de “Pánico y locura en las Vegas”, noches enteras mirando el póster del Che que
a través de la TV se ve como un duende maldito que reza porque alguien se vaya.
La bolsa de clavos que desaparece, las llaves de casa, la pila recargable, el medio 25,
y ninguna puta planta que crece, energía de mierda ronda todos lados, hasta que me enteré
que el cable estaba mal conectado y no hay que dejar que desperdiciemos la juventud.
Más que apología a las drogas, esa especie de mito imbécil entre pseudos artistoides para
creerse que todo se ve más psicodélico, cuando en la calle te muestran el psicotismo, ese
algoritmo de humanos descalabrados que van por senderos utópicos a sus vidas.
Mensajes de texto inconclusos, palabras trasgiversadas que no tienen sentido como:
“Dale papá hablamos (carita feliz)”, ¿Cómo voy a saber si vamos a poder hablar,
no puedo prever cuanto tiempo voy a conquistar, o si mañana me levanto y me encuentro
en una película de Cronenberg donde me salen bichitos de la panza que terminan volviendo a
todos super eróticos, lujuriosos que se cojerian hasta un Ministro de Justicia fachista?
No puedo ver cuando esta frió. Me hiela la sangre, me transmuta las venas y me rompe las
pelotas completamente. Es como si la muerte vomitara detrás de mí. El cartel de Flower Power
se mueve constantemente y me acuerdo del sueño con Carito, ese en que soy súper guapo
y ella súper reprimida, entonces nos miramos a los ojos y la telenovela sigue. Después
resulta ser que su esposo muere y me la encuentro en el casino vestida toda de blanco
fluorescente, y me dice: “¿Por qué no viniste al velorio?”, simplemente no se que responder.
Si te morís es mejor dejar disfrutar al difunto su último momento, y yo no quería invadirlo
con mi energía de: “Que bueno ahora me le tiro a tu esposa”, quizá en una de esas me toca la desgracia por pelotudo.
Dicen que escribir es auto terapia, y también hacer drogas, como Hoffmann, que pudo comprar
una fórmula viajativa para terminar en pie, en fiestas electrónicas con mucha gente en nivel 153 e inclusive el mismo estaba en otros caudales.
También un buen solo de guitarra ayuda a canalizar las cosas que no sirven de mucho.
Tampoco ayuda demasiado con sus melancolías, pero al fin de cuentas la escritura debería
funcionar como una terapia, porque sinceramente tengo profundo temor a develar mis misterios, mis locuras, mis personalidades, mis maldades, mis esquizofrenias, mis malestares, mis viajes astrales a alguien que fuma tabaco feo de pipa, o cruza las piernas en un sillón más soberbio que el mismo estado capitalista. Pero que bien hace la cerveza.
Estoy psicodélico hoy, veo colores donde no debería, huelo a plantas donde más me desespero, y la veo a ella mientras menos la necesito.
Al final de cuentas comienzo a vivir cada día nuevamente pensando en diferentes maneras de cambiar la inercia que producen los dedos, sigo sin embargo encontrándome con la misma justificación de que nada es tan importante como la nada misma. Deseos de arte progresivo me aterran, pensar que tiempo atrás hubiera cazado un rifle al hombro, cargado la bandera de ideales muertos y hubiera salido a pelear contra la dinastía, pero hoy no siento ganas ni siquiera de mentirme a mi mismo con ese estilo de política secundaria.
Juntos o separados vamos hundirnos, pero prefiero decirte todas las cosas que me he guardado todo este tiempo, para mostrarte que quizá mis propuestas sean de lo más escalofriantes, pero tenés que saber lo corta que es la existencia, y si ya la hemos visto tantas veces en los sueños constantes que atormentan y purifican… mejor dejemos la estructura, para poder jugarnos e hundirnos en una enorme laguna y apagar las luces de todo lo que tan arrepentidamente denunciamos, de tantas cosas que nos dijimos sin pensarlo dos veces, voy a curar mis hematomas para mañana llegar a tu departamento con un cigarrillo en la mano y un chocolate en la otra mano, para mostrarte que aún veo, pero sigo sin saber para donde está el camino que deseaba retomar.

20080811

La prision (inconcluso 2)




Un crédito en el mundo correcto




Y la colorada tristeza se asomo detrás de mis oídos. Era tiempo de jugar al poker, de tomar un escocés, de sentirme arrogante por poder soñar y comprender cosas que ante no jugaba, ni pensaba que llegarían a existir.
Todo se volvió blanco y negro. Flashes constantes de nuestros cuerpos juntos, de ella preguntando si molestaba, y yo como un completo inútil respondía: “y….esta bien”.
Ya no hubo intersección de calle, pero las paralelas de mi existencia se fueron juntando, y terminamos a las dos de la mañana en el bar del centro, ese tan acribillado como si se tratase de la vieja Gergovie.
Su hermana y ella, Clarisa y Candente sus nombres, y que par de costumbres formamos aquel momento, en la esquina del lugar, teñido de oscuro sombrío. Alejado de la civilización, prepotentes de costumbrismo nos mirábamos los tres a los ojos, y montando diferentes posiciones nos habríamos a una nueva charla hiper espacial.
No hubo política, no hubo condiciones, simplemente dejarnos jugar.
Quizás Candente era más abierta, o quizá toda la cantidad de cerveza se le había subido demasiado
(como si se tratase de una replica de mi mismo) y sus sentencias se tornaban cada vez más eróticas,
y me recordaba que todavía debería tener una jurisdicción donde partir mis emociones.
Al final todo fue en vano, el alcohol subió a la sangre y nos descalabramos ahí en el piso mismo,
lleno de hedor y remordimiento, pero al menos pudimos tocarnos las piernas y el resto de ellas.
Sería un leve recuerdo para mis organizaciones, aceptar la necesidad de subirme el autoestima, debutando mis
momentos más romanticotes (o más persuasivos) con aquella belleza multifacético que toca todo lo que
convierte en oro.
Y si.. me sentía un lingote, un dólar americano, una corona checa, una libra esterlina, sin perder más tiempo
en devaluaciones tiré mis ultimas jugadas, sembrando así la necesidad de acreditarme dentro de un cuerpo
tan ingenuo, tan osado, y tan puro a la vez. No hubo dolor, solo hubo incongruencia de mi parte.
Una enorme racha de saliva humana cubrió las dos cabezas, los labios mojados en lágrimas parlantes,
una mezcla de drogadicción y películas de cine, un esplendor espontáneo, menester en estos momentos de
caudales sangrientos, donde la asquerosidad se torna en la belleza, y Marco Aurelio mira de reojo, para que
el imperio no llegue a su fin.
“Mi papá es un ex comisario”, fueron sus últimas palabras antes de degollarnos.

El Señor de Los Caramelos

Montañas blancas asemejándose a mis vistas. Tengo muchos sentidos alerta, pero por más que quiera resistirme,
hoy vuelvo a caer en todas estas películas complejas, planos secuencia de mi vida o quizá la de algún otro,
que tanto me necesita y como si no me diera cuenta, vivo, siento y de a ratos existo.
Me atemorizaría presentarme sobrio ante una situación, con la cabeza en blanco, y el líquido encéfalo raquídeo
fluyendo alegremente.
La alegría es el estado más cercano al suicidio. Una masturbación de sentidos que apenan las velas de una existencia monogámica,
que aplasta los dogmas de probar todo lo que sea alucinógeno, todo aquello que destrabe las programaciones con el mundo heterosexual que tanto demuele a los individuos,
sea así por sus creencias o sus supersticiones.
La visión estaba teñida de verde. Llegué como de costumbre al templo de los monjes, y fui instruido en una nueva disciplina, mis metodismos fueron sustituidos por una depresión inerte, mis técnicas de sonreír se transformaron en masacrarme con carcajadas interminables, y así supimos rendir culto a los salvadores de Gaia, que tanto desconectan la energía negativa.
Mi imaginaba a mi mismo en un túnel blanco, de terminación cónica, rodeado de una selva desolladora, sacudía mi viaje hacia la luz, una luz similar al fuego, de llamas eternas y de ningún tormento. El fuego que renace, como el ave fénix, y hoy me olvidé de todos los problemas, que cuanto había maldecido fue en vano, y que iluminarse es una de mis más envidiables características, por lo que ya no tenía sentido pensar lo malo de lo bueno, lo perfecto de lo patético, lo idiota de lo excelente, lo general de lo mediocre, y para coronarme al fin, deje mis brazos amputarse al calor de esa flama, quemando lentamente el túnel cónico.
Inhalando y exhalando complete aquel viaje astral.
El ritmo cardíaco era elevado.
Una sensación de volatidad recorría mis miembros, especialmente mi cerebro, que tanto divagar se enfermaba con pensamientos inhumanos, o humanos a la vez, si nos tenemos que poner a debatir sobre estos.
Las meditaciones fueron de muchos túneles, demasiados Fenixes renacieron en aquel momento, y simplemente pude dejarme llevar antes que me derritiera en mi propia soberbia.
Hoy pude escuchar demasiadas cosas, quizá muchas de ellas no debería conocer, ni enterarme, otras las debería haber amado, odiado, acribillado con mi ideología paupérrima, que empleo de vez en cuando, para convencer a alguien de que hoy estoy más intelectualoide, y me vas a respetar, te guste o no. La retórica de Sócrates básicamente.
Afuera la lluvia invadía todo. Tranquila y melancólica, cavaba senderos oscuros, preguntando hasta que punto íbamos a llegar con la meditación, cuanto más podíamos soportar enviciar los sentidos, en torrentes de Tiramisú, pan blanco y queso, jugo de naranja sin gas (no 0% y con plus de vitaminas), caramelos de damasco y ananá, cigarrillos varios, y otras cosas que no tiene sentido recordar.
El azúcar me puede. Una dosis de ellos cuando estoy hundido en un estilo Trainspotting, de fondo recuerdo las palabras: “..It’s just a perfect day, I’m glad I spended it with you..” y pienso por eternidades. El espacio temporal se vuelve la cucha de un perro, partículas subatómicas me avecinan la intuición de pensar que si hoy me muriese, no compartí nada con nadie.
Por ahí también compartí demasiadas cosas, y no quiero evidenciarlo de esa manera, porque me preocuparía en grandes cantidades morir y tener demasiados afectos.
Morir con un montón de gente alrededor, personas que te adoran, que te envidian, o que simplemente están ahí, para ser bombardeados como en el Guernica, si hoy tuviese que esfumarme… ¿Sería rápido e indoloro, para que yo no pueda comprenderlo? ¿Me mutilara el pensamiento primero, y después treparía el ataúd de mis últimos momentos, hundiéndome en vicios descomunales, catatónicos, de esquizofrenia ilimitada, parricidio o paredón a mi mismo, para después caer sublime ante la mirada?

20080731

La prisión (inconcluso 1)





Había estado sugestionándome un rato largo. El escape de las colinas pudo ser mucho más propicio que cualquier estrofa de un poeta malhumorado. Momentos de cocaína, pelos atómicos en las partes más ínfimas del cuerpo, una mente desgastada y la adrenalina que desbordaba los campos sensoriales de mi infierno.
Sonaban en mi mente los estallidos del cielo, le hacían blasfemar, desvariarme un poquito a la derecha, retomar mis ideologías y analizar los hechos que me frustraban el escape en este instante.
Tomé el camino hacia Avenida Monteaplastado y la intersección con el pasaje Mónaco.
Una zona industrial, un asco, la basura en las calles era el mismo asfalto, los adoquines teñidos de negro, el hollín, se acumulaba bajo las suelas de mis pies, cayos destapados por haber corrido toda mi vida.
Era de día aproximadamente cuando la gente empieza a desmembrarse y los puestos de choripán levantan sus carritos para que el movimiento de los camiones, no contagie a sus clientes. Estaba solo, pero acompañado. El ruido me taladraba la cabeza, y lo único que podía hacer era caminar en línea recta, hasta cruzarme con algún colectivo que me llevara lejos de allí.
El puerto estaba también a pocos metros, una hediondez, ruidos de grúa, barcos, gaviotas, obreros trabajando, millones de containeres con quien sabe que cosas, hasta inclusive muchísimos monta carga apilados unos con otros. Estaba de nuevo en Malos Aires. Pensé que mi escape iba a ser para siempre, pero el destino ata al individuo a sus más tristes temores, y aunque estos sean de una inmundicia desmesurada siempre se cae en el punto de partida del miedo humano.
La reflexión y la mitología son solo puntos de quiebre en la vida, laureles astrológicos de coronas que nunca llegan a las manos del más carenciado.
Era quizá el más diminuto de todos los gigantes del lugar.
Pequeño, sumiso y desconsiderado, pues me había escapado, pero aprisionado al mismo tiempo queriendo ser y dejar de pensar en que la vida me había caducado con sus cuentas vencidas, que el perfume de mujer aplastaba mi lengua, que las ideologías que llevaban mi bandera habían sido descuartizadas y solo entraría en conflicto conmigo mismo. Me recordaba a mi mismo, como una pintura. Mis más profundos deseos mono cromáticos ya no tenían incoherencia artística, sino que iban apagándose para fundirse con un azul, con un naranja linterna, y con el pincel de algún aristócrata que deseaba expresar sus sentimientos sin sentir nada. Pero era inerte.
Al movimiento sobre todo, a aquella ciudad-rata que tanto profundizaba la economía de un país represivo, ambiguo y productivamente explotado.
Finalmente (y con el cigarrillo consumido), pude llegar.
No se si había llegado a la intersección, o a lo más profundo de mis pensamientos, de mis fractales, y sencillamente me importaba un pito.

De fondo me acordaba del bolero “Regálame esta noche” y su bella cantante, que solitaria aún buscaba algo más que existir sin melancolía.
Y todo fluyo así sin demasiado perdón de su parte. Las dimensiones de mis alucinaciones eran casi extremas, y poco podría recordar sobre ese momento, especialmente al mirar los vehículos pasar, mientras dentro de mí se iba consumiendo la flama del pudor. Atado así a un montón de incongruencias de mi parte, volví al mismo túnel negro de siempre.
Pase de rodillas sin sentir demasiado, hasta toparme con la esperanza en vida. Un cuerpo increíble, y una necedad de lo más exquisita. Vagaba ella por los quehaceres de existir, mientras sin una perspicacia subordinada, miraba de reojo mis pensamientos volar y volar, para al final dejarme desconcertado. Inútil, sin resentimiento, pero útil al menos. Sin ganas demasiadas de explotarme, pero con la necesidad fatal de extender mi vuelo hacia un nido mejor.
El soundtrack de mi vida estaba siendo asediado. Los cambios temporales y espaciales volvían constantemente. Ahora estaba un poco mejor que en el otro universo, pero de cualquier forma, comenzaba a sentir la lucidez de a poco.
Ella se acerco a mí, caminando despacio, piernas entrecruzadas, y poso sus ojos frente a los míos. Una vida nos reencontraba, recuerdos de futuras relaciones, aquellos ojos súper dotados de color celeste en su centro, un sombreado arquitectónico marcando el fin y el comienzo de semejante estatuto. Unos ojos fascinantes, llenos de dolor, pero vacíos de emoción. Porque nunca había llegado, o porque no le interesaba, hacer algo más que mirar con su sencillez.
Pequeñas y hermosas manchas semi marrones en su cara, joven, simple, pero destellante a la vez. Ni una gota de soberbia en el cutis, y un esplendor acribillante en aquellas pecas.
Me exoneraba toda culpa. Las montañas batallaban y la música seguía y seguía.
Apenas recobre el conocimiento de mi mismo, sepulte el destino para siempre, de manera que pudiese dedicarme al aquí y ahora. Si la dejaba correr, iba ser una desgracia, si me dejaba aplastar, pronto mi lengua se hundiría y ya nada puede corresponderle a ella, oscilante criaturas de las que lloran piedra molida.
Demasiadas metáforas, mucha filosofía, y una pizca de inspiración fueron el recipiente.
Todo lo demás fue orinado como una costumbre mía, siendo ella mi cómplice, y así nos delatamos los pechos abiertos, las ganas de volar un rato, el destierro angelical, la sabiduría de los sonidos, y el color rojo de Jimi Hendrix.
Necesitábamos algo el uno del otro, y habernos cocinado a fuego lento, fue la mejor receta de todo esto.

Los instantes siguientes me secaron repetidamente, tuvimos que dejar el cuerpo para más tarde y volver al panorama industrial de mi conciencia, donde ya no quedan muchos seres humanos para expresarse.. donde hablar es un hábito extraño, pero habitar se torna en revolver basura, constantes situaciones desafiantes, para comprender que aun simple es más difícil fenecer.


Soundtrack:
Young Marble Giants
Young Marble Giants
Young Marble Giants