20080611

Mary Mary (segunda parte)

Estaba satisfecho y melancólico. Podía adueñarme por oportunista de lo que más me gustaba, y aunque ella se diera cuenta o no, me estaba volviendo loco todas las frases que me resonaban entre mi cerebro. Haberla conocido en aquel entonces fue una magia del tiempo, pero tampoco quería albergar una fe inmensa en que alguna vez nos volveríamos a ver, porque quien sabe... la vida separa y engaña... mucho más a los hombres muertos que a los vivos, pero de igualdades o de extremidades diferentes, a todos nos toca comernos la torta de hierro alguna vez. Yo esperaba que esta vez los panaderos no llegaran a mi, mostrándome ese regalo en moño rosa, gigante, espléndido, que no quería conocer insisto.

El tiempo se agotaba. Ella y yo tendríamos que volvernos a encontrar, por simples hechos, o porque así lo necesitaba, si hubo tanta coincidencia entre nuestras vidas, ¿Por qué no, una vez más llegaría la ocasión que mientras yo vomitara sangre, o escoria, Mary apareciera para tocarme el hombre y preguntarme mi nombre?

Me acerqué a ella. Dispuesto a ser seducido, a no mostrar debilidad, dejar de ser un completo idiota por una vez en mi vida, acercarme a ella sin mostrar ninguna medalla de las cosas que nunca concrete en mi vida. Tenía miedo al principio, sentia en carne propia el rigor de que esta vez me habia destronado, toda la payasada del trostkista post-punk no me iba a llevar a ningún lado, y que por más ideologías que tenga, lo importante era no focalizarme en ser un imbécil y actuar natural, o no actuar también. Una especie de Frank Zappa y mis huevos hinchados por todo el alcohol ingerido.

Ella seguía en el paraíso. Nadie la puede bajar, ni siquiera pueden darse cuenta de con quien están entrelazándose, motivo de más y quizá aún así, pueda sentirme útil.

No obstante pude llegar a su lado, me prendí un rubio y moviendo el vaso de plástico largue los primeros bramidos de ogro.

Mary Mary rápidamente se dio cuenta de mi presencia y con su sencillez, con su halago de mujer, su rostro angelical y el misterio de un hechicero, nos miramos a los ojos, pero a diferencia de Belén y todas las otras.... fue diferente.

Estabamos ambos ebrios. Ella por su lado, yo por el mio. La escoria alrededor parecía reirse de nosotros, o de sentirse menos hediondos y pestilentes, narcotraficantes de la comodidad decía yo, pero de cualquier manera estábamos entrando en conversación.

Su vestimenta denotaba un ocultismo desafiante, vestida contrariamente a mi pensamiento, y abordado por una ignorancia subliminal pregunté:

- Sos Hippie vos acaso? –

Me miró de arriba hacía abajo, evidenciando la estupidez de mi pregunta, la soberbia de mi reacción. El silencio conmemoró la situación irónica un tiempo.

Con los ojos reacios, una ebriedad amorfa (exacta a la mía) me contestó:

-Soy pseudo-hippie.... y vos...... pareces alguna especie de izquierda.-

-¿Cómo sabés que soy de izquierda? – contesté mostrando mi bestialidad en florecimiento

-La campera...., la gorra color ocre, el prendedor, el estilo..- obvió ella, haciéndome sentir nuevamente como un indefenso corderito...

No podía comprender la situación, saber si fue la manera correcta de incurrir en la vida de una mujer. ¿Qué acaso nos habíamos vuelto dos productos musicales, ideológicos? ¿Por qué la diferenciación de nuestra similitud había hecho que nos correspondieran términos tan engorrosos... tan inútiles en la vida, y no permitirnos sacar la máscara para recordar al fin y al cabo que somos bichos, pastizales, clavos, hemorragias, hormigas, hongos podridos, restos de ceniza de la misma calaña?

Mis reflexiones me acobardaban minuto a minuto. Mi droga, Mary Mary, quería volver a sonar entre tanto desarme, y conquistarme la energía con la que llegué minutos antes.

No pude ni siquiera darme cuenta de cuales eran mis chances, pero tenía que jugar mis cartas, hacer un blackjack o algo, para no sentirme un imbécil nuevamente.

A todo esto se apareció otro individuo. Un acusador, pero un gran compañero de la vida.

Traía una cerveza en su mano derecha y unas ganas de fastidiarme estancadas en el culo.

Discutimos un rato, entre trago y trago, fui nuevamente llamado comunista (cosa normal en aquel entonces) pero por suerte sabía que el no llegaba más lejos que yo.

"Anarquista reformista!” recuerdo haberle dicho. Todo se desvirtuó, Mary Mary estaba ahí escuchando nuestra absurda discusión pero sin espectar demasiado ella callaba sus prejuicios.

Prejuicios fue lo que nos unió.

Primero con la lata, después el tema musical, pensé en Mary Mary y la conocí. Hablamos y de eso nada más, atrás apareció el anarquista y todo se fundió en un estanque de mierda, de odio, de sociedades masacradas por el imperialismo, por su atrocidad, por su nefasta necesidad de vivir del materialismo, del estúpido petróleo, la estúpida guerra, y la maldita política.

La fórmula perfecta para la perdición. Años, siglos de sabiduría en la cuna del mundo, espantada, magullada, por las religiones, la guerra, la corrupción y el imperialismo: la única enfermedad terminal del mundo que no tiene cura.

¿Podría ser que esta nueva presencia iluminada de ultra existencia me sentenciara en una cadencia humana de enamoramiento repentino? ¿O acaso un torrente de despertar, de palear profundamente mis ya socavados sentimientos de sentir?
Sin duda yo la apreciaba demasiado. No podía comprender (o intentaba al menos no hacerlo) si solo la quería como un trofeo, como una victoria, o la anécdota dichosa: “Conocí a una mujer que me voló la cabeza como en aquel gran disco..”, supongo que tampoco me importaba saber que quería de ella, sino como sentir aquel toque vampírico de mujer abandonada.
Ya no sabía nada. Me había ido de los cabales, pronto recordé que mi compañero me hablaba, yo sin escucharlo, y él sin percatarse de mi divaguez.
Cuantos pensamientos inoportunos..... cuanta necesidad de vivir...
Ella seguía presente después de todo. Quizá y de cualquier manera, estaba avergonzada de nosotros, de mí particularmente, por cuestiones obvias que si tuviera que remarcar no sería de mi agrado máximo, por lo que correré a la siguiente licorería para compenetrarme en mi oficio de ser un imbécil.
¡Y claro! ¡Cuánto odio, cuanto desgano hacia mi persona, pelos en la lengua, deseoso de marchitarme ante la decadencia, pero sabía que no lograr objetivos en la vida es un atributo mayor de mi perspicacia, sin embargo, me siento genial al estar cerca de Mary Mary!

Hay mitos y mitos. Están los incoherentes, y aquellos que dejan perplejo, por diferentes motivos: por ser religiosos, sin sentido, abarcativos, inhumanos y hasta superficiales.
Por otro lado existen cuales dicen ser, una biblia para el hombre. Yo no creo que la fe y la sumisión a un ser “superior”, o volátil deje mucha enseñanza a un ser con la lamentable capacidad de pensar y hasta cierto punto tener poder de elección.
Quizá recuerde a Oscar Wilde, y su religión. Pues me es más creíble unirme a esta última que pasar toda la vida encerrado, perdiendo la capacidad de disfrutar, auto justificando mis acciones con sermones, cánticos oscuros, y abusando de niños jóvenes como muchos suelen hacer.
Mary Mary era uno de esos mandamientos. El mito que rompe la necesidad de poligamia. Un mito incongruente para muchos, psicodélico, mezquino inclusive para el más ebrio de todos.
La mejor manera de levantar el auto estima es atravesando momentos narco-epilepticos de calibre .35, juntando todas las emociones en una bolsa (similar a la del vómito), escuchando una buena banda musical, y buscando a la Mary Mary que todos tienen derecho a intentar conquistar en esta putrefacta existencia que es vivir en la ciudad cobertizo.
Es un zoológico, cierto, pero quizá, y como sucede en una demolición, si uno revuelve los escombros de escorbuto, pestilencia, basura desconsiderada, puede encontrar algún que otro objeto relativamente interesante. Siempre sucede que los hechos son azarosos, inclusive el tener sexo, cuando la existencia esta de buen humor aquel acto sucede, mientras tanto uno debe terminar conformándose con otro tipo de métodos lujuriosos que no proliferan para nada la vida misma.
Con esto quiero decir, Mary Mary no fue ninguna casualidad. Fue el momento justo y exacto en que dos bichos deberían encontrarse antes de ser fumigados por la imbécil sociedad.

20080609

Mary Mary y su relación con la música

Un discaso. Sin ninguna vuelta para darle. Esta compuesto de muy pocos temas, pero son de una acustica, de un delirio y si, una muy buena versión de música alemana.
The Can (lata) formó parte de la escena "Kraut Rock" y este salió a finales de los 60, precisamente en 1969. Sorprende inclusive la capacidad de mantener temas tan largos y tan reflexionistas.
Tiene apenas cuatro temas, y son inolvidables.
Lo mejor es ingerir algo, ponerse unos buenos auriculares y dejarse llevar en el sillón de casa o en la cama.
Pueden tratar de buscarlo en alguna disqueria o simplemente con algun programa estilo slsk.


1. Father Cannot Yell(6:58)
2. Mary, Mary so contrary (6:15)
3. Outside my door (4:08)
4. Yoo Doo Right (20:18)

Mary Mary


Tan contraria Mary..


Apenas puedo abrir los ojos, comprendí en ese instante. Con un poco de suerte podré seguir mi camino a la puerta principal y abrir la heladera en otro momento petrificante.

¿Por qué no? Un cigarrillo no vendría mal después de todo y encima en este momento, que se caen las paredes color humano, dándole espacio geométrico a las emociones fuertes que pronto anclarán en lo más profundo de mi vaso plástico.

Un post-punk trosquista nunca deja su mirada clavada en el piso. Deja que su mirada se clave, en el primer obstáculo que la vida especta, en la primer colorada, en cualquier resbaladon obsceno de una nueva mujer, o de la historia de la cerveza, la luna de miel, los babilonios y el chamullo de poca esquina palermense.

Así, desolado y con la bandera entre los hombros fui por un poco de humo.

Pensaba en aquel momento, abrirme espacio entre la muchedumbre remediable a codazos, incoherencias y algún que otro alarido alcohólico de esos que siempre me amenazan, pero estaba cansado de tener que hacerme el exuberante, el mal humor rondaba mi culo y la ebriedad no me había dejado conforme del todo. Muchos apóstoles de turno giraban alrededor mío, buscando alguien con quien conversar y pasar el rato, pero para mí era importante fumar aquel cigarrillo.... olvidar las penas del momento....regresar a sentir el olor tan sabio a vida querida que amablemente me había desollado a la larga desde que pise esta pérfida ciudad-zoológico a escala y para armar.

Estaba harto de ciudadanos, harto de que me inculcaran prejuicios llamándome comunista, harto de pasarme el rato destapando cervezas vacías, sin una gota más de lúpulo vampírico para consumir, delimitando la frecuencia de mi diversión, y no solo de eso además debo decir...

Tenía altos complejos de pasar inadvertido desde hace mucho tiempo ya. Una nueva mujer, una nueva discusión, alguna sustancia para ingerir, daba todo igual.... mi mente hostigaba la tranquilidad, me perpetuaba la cabeza con sus pensamientos de barbarie, de ganas de mandar a la mierda a todo y todos, de saltar por el balcón enredado y destrozar botellas vacías contra el piso, inyectando heroína en las venas de una sociedad anestesiada por el dolor, el flagelo, la vergüenza ajena de sentirse inútil y la perseverancia de olvidar los hechos.

“Yo nunca bebo....... vino” pensé en ese momento.

¿Por qué no convertirme en un esbirro de Caín y practicar dementación o romper reglas?

Era al fin y al cabo un impaciente de la vida. Ahora lo sigo siendo, y siempre lo seré, mientras siga no vivo y escondido en las sombras permitiéndome tolerarme este nuevo yo, esta nueva vida alejada del cinematógrafo.

Los encarcelados rondaban como nudistas, y el cigarrillo iba quedándose flaco, pálido y anciano. Aproveché para apagar mis emociones y dirigirme inmediatamente a la cocina para comprobar si el banco estaba renovado, siempre buscando claro un sentido positivo en los movimientos.

El lapso de tiempo fue muy corto, y debí volver al balcón con las manos huecas para comprender aquel instante también. Nada cambió, las mismas perspectivas desde que los golpes de estado fueron moda en este país. Nadie advirtió mi presencia alcohólica, el olor alejaba a los buitres y mejor así puesto que hoy no quería buitres, ni nada de eso, hoy estaba sumido en blanco y negro, ningún destello, ninguna ameritación circunstancial, ni siquiera una licencia para confundir.

Extrañamente en este instante, procuré sentir la presencia de aquella canción que todo el día estuvo sonando en mi cerebro (o lo que queda de él), una gama de vibraciones me llevaron rápidamente a buscar entre la multitud aquella estrategia para comprender los momentos de lata.

El viaje fue fantástico, y postulantes mis óculos llegaron a realizar la más grande de las pinturas de nuestra existencia, la joven color vida estaba frente a mi, y ya no sabía como degradarme otra vez más en esa noche de junio.

Por un lado y mimetizada en oscuridad ella irradiaba sobre mí la duda de mezclarme, de acercarme solo, que no era mi estilo, y la mayoría de las veces no conseguía nada más que encamarme un rato. Venía por otro lado, quería conocer algo diferente, no comer siempre las mismas golosinas, jugar un poco con los frutos prohibidos, cambiar mi moralidad, y pasar una agradable velada con algún bicho de mi calaña.

Pero en su otro lado, la mirada suave se tornaba en un cerrojo impenetrable para quienes no comprendieran, no eran puertas fáciles de abrir, puesto que menudo tesoro no es desenterrable así como así. No solo eso, sino, cuanto vértigo me daba verla, fumando aquellos cigarrillos y con ese aire, por primera vez había perfume, mi nariz respiraba lo que ya había olvidado, con los olores hediondos a mierda que un zoológico deja.

También ella, era de mi calaña. Se podía sentir en la voz, en los ojos, perfectos por cierto cuantas veces he soñado de los paisajes más hermosos, de la mejor cerveza, ahumada o no, un paraíso inexpugnable pero que contraria era Mary,.... Mary,...Mary, cuanto no me arrepentí aquella noche acercarme a la primera vez en mi vida nueva que tengo contacto con un ser humano, o algo similar al menos.
El humo escaseaba por los alrededores y las caras mal devastadas iban dejando el nido poco a poco.
Había sido un día difícil, una noche de puros halagos naturistas, de una existencia conmemorable, debatiendo conmigo mismo de la posible casualidad que hoy, no dejaría de ver la luz, de aberrarme con las sombras. Hoy me convertiría en el protagonista de una nueva etapa.
Quizá estaba en mi época más drogona. Más viciosa. O más excitante.
El tema estuvo sonando todo el día en mi cabeza. Me asombraba la manera en que estaba escrito, una historia muy deprimente, que deja a uno una gama de cuchillos, anfetaminas, agujas, balas y otros elementos y pasar a otro nivel. Seductor, temeroso, melancólica la fantasía de encontrarse a Mary. Quien sabe.... quizá un momento de verde, o vidrio molido, pero aquellas estrofas que tanto había lamentado, llegaban a mi hoy como si fuere una historia de esas que no se meditan.
Mary Mary se convirtió en mi droga aquel entonces. Ya no alucinaba, ya no me lamentaba, me estaba entregando al placer de ella, para fundirme definitivamente en lo que la música había predicado: Mi realidad.
Hay instantes de la vida que son únicos. Estar con una mujer en una fiesta es quizá la mejor posibilidad de progresar como humano, de no sentirse una mierda, un fracaso, un hombre hojalata estereotipo de la sociedad actual, unos don nadie que llegamos por nunca despertar a tiempo. Nos diferenciábamos en muchas cosas, pero el sentimiento era a veces similar.
Como decían por ahí hace tiempo atrás grande músicos, lideres, escritores auto proclamados, la fiesta en su concepto mayor es lo más cercano al paraíso.
Y me refiero al paraíso bíblico inclusive, que plantea una realidad similar, un concepto utópico como la anarquía sumado al embellecimiento de un cuadro.
Estaba en el limbo, y Mary Mary estaba ahí.


La lata empezó a invadir mis extremidades, el tema había comenzado a sonar de manera repetitiva en mi, todo daba vueltas y no sabía donde estaba, solo tenía un objetivo y ese era detectar la presencia de ella.... yo ya sumido en una vergüenza pero energético a la vez, me di la vuelta y la vi a Mary. Fumando un cigarrillo fino, y con su singular belleza.... Mary, Mary decía y cuanto disfrutaba aquel pasaje espiritual, mi primera regresión, pero que bien se sentía.....
Creo que puedo tocarla aún cuando pienso en ella...... Oh Mary Mary, como se extraña tu presencia.......con esos ojos de colores exuberantes, capaces de desplomar un torrente, un ciclón de sensaciones inexplicables que solo los egipcios podrían llevar a contemplar, pero para mí ella estaba volviéndose una fe incuestionable, tengo que acercarme a ti: Mary Mary, con tu singular belleza y esos humos finos, sensuales.

El cigarrillo estaba prendido, mi di vuelta y te vi Mary, con tu belleza tan emblemática Mary, esos ojos que me funden, que me viajan a tu mundo griego Mary, quiero pasar a seguir contigo Mary.......tan contraria Mary....
Viajé. Volé a otro mundo por sus ojos.