20080928

Pequeña aprendiz (2da parte)




Ya no me escribas más que me desespera.
Me gustaría mirarte a los ojos y decirte que va estar todo bien, o que voy a poder llegar a vos, y en vos.
Que voy a ser un tipo rudo y fuerte, que va satisfacer todas tus necesidades, y mientras vos me mirás desde la cama con ese vestido rojo,
esas trenzas y un dulce en tu boca.
Ese dulce, pico dulce, que sabes, es tu mejor amigo, porque somos insuficientes el uno con el otro, y yo no puedo llegar a vos. Estás del otro lado de la pantalla, y por más que intente tocarte no me va ser fácil acribillar todas mis fantasías, taparte la boca para que no grites los estereotipos, morderte un labio para no escuchar balbuceos, tocar tu pelo para que no te sientas hermosa, quitarte una hebilla de mariposa color naranja junto a ese moño tan suculento que lleva tu cabellera lacia, para que así no te sientas atada ni ridícula.
Me gustaría atarte de pies a cabeza, para que valores tu libertad emocional y no sientas
violadas tus necesidades, me gustaría quitarte la mano que reposa en tu pecho virgen, junto a ese anillo faldero que bien defiende lo más egocéntrico de tu colorada alma.
Sos sangre pura. Si te toco, me voy adentro. Si voy dentro tuyo como un inexperto, corro
el riesgo de que me rechaces, y de no volver nunca más a tu isla, a tu templo fugaz, a tus
carnes ni tus dulces.
Sería genial poder escuchar discos juntos, chocar las copas de vino tinto, pero tu boca todavía no esta preparada, ni tu belleza tampoco, puesto que sino hoy estaría dentro de tus sábanas y no desde esta prisión de caramelo.
Almíbar estilo aceite petróleo con toques de nicotina, palacios verdes florados, con hadas lesbianas y abejas seductoras que crean tu cuerpo una y otra vez, cada vez más así sembrando la seducción de tu mirada celeste fluorescente, de tu pelo, látigo baboso color mandarina, fuego de fuegos, aplanadora existencia que sustenta mis días de higo y manteca rancia hasta que abras tus portales de carne y amor.
Creo en el amor, en el sexo, en tus cabellos, en la cerveza, en tus ojos divinos, en el demonio, en tus llamas, tus pies diminutos, tus piernas eclesiásticas y tu neutralidad frente a mi. Tu antítesis, tu espejo deforme, que te muestra lo que nunca captarías si tuvieras poder de elección. Tu raza es excepcional, la mía experimental.
Tu santidad-virgo es un paso al inframundo del entierro espiritual, pero como me gusta pensar que soy el único y el primero en andar revoloteando a tu lado.
Si te viera malabarear me descompondría muchísimo, puesto que soy alérgico a verte hacer cosas bonitas, aunque me vea como un imbécil, y mientras cruzo Córdoba casi me arrolla el 109. Me gusta tu juventud, porque yo viví la mía, pero igual te envidio, porque sos bonita y quiero meterme en vos.
No voy a decirte que no soy un idiota, porque de eso vivimos todos, pero se que soy un idiota con una ampolla terrible en el dedo índice derecho, y además tengo una creencia en mi mismo que te puede deslumbrar.
Así como vos y tu firmeza a no dejarme entrar ni hoy ni nunca, porque sos hermosa, porque caminas excelente, porque fumas un cigarrillo como si deleitaras los vicios, porque te tocás el pelo de manera escrupulosa pero sin remordimientos, porque te tocás y yo me siento hipnotizado, dispuesto a volverme skinhead si así lo quisieras.
Se que nos llevamos casi seis años de muchísimas militancias, con los comunistas, con los troskos, con los reformistas, los peronistas, los anarquistas y los hippies dragones.
Pero no puedo sentirme de otra manera, más estúpido, menos audaz, más esquizofrénico, y muchísimo más autómata de lo que era antes de conocerte.
Envidio que me trates así con indiferencia, pero sabés que me fascina el lunar en tu mejilla derecha. Tan cerca de tus labios, de tu pequeña boca, un manantial perfecto para embadurnar con crema chantilly y chocolate blanco.
Y así debe haber más de mil billones de motivos por los cuales no querés estar conmigo,
debés tener más de ciento cincuenta afirmaciones de tus padres por las cuales soy ante tus ojos un alcohólico, también tu mejor amiga (quien es mucho más fea que vos) te debe haber dado una razón por la cual no darme una oportunidad.
Se que no te entiendo, pero en el fondo te entiendo perfectamente. Si me pongo en tus uñas, trataría de poder crearte una infección sentimental, así después puedo jugar al doctor un rato, y mostrarte el lado más rescatable, más responsable y más aburrido de mis personalidades.
Nunca me había fijado que tus atributos físicos eran tan idealizables.
Ahora que estoy aprendiendo escultura, te haría una replica exacta de tus tetas, de tus culos, de tus soberbias piernas, de tus cristalinas ideologías, de tus ombligos antipelusa, de tu pobre y pequeño corazón traicionado por los pocos hombres que conociste. Quizá más tarde me resistiría completamente a enamorarme de mi creación y poder hacerle todas las cosas que quiera, empezando por penetrarla de manera eficaz hasta llevarle el desayuno a la cama, mientras me tomo una cerveza roja. Pero después cuando pasara por la puerta de tu edificio te vería sonriente, y me daría muchísimo cargo de conciencia, así que volvería de manera muy veloz con la bicicleta de lona, a quemar la maldita y endemoniada creación frankenstaniana que hice por vos.
Hoy fui a pegar faso en parque centenario y mientras esperaba al pity me puse a pensar en las cosas que me gustaría hacer con vos.
Vaciar la heladera de casa, sacar la basura, tender la cama, limpiar el baño, ordenar mi
cuarto, comprarme ropa, verme alineado con el mundo, tomar cerveza en menor cantidad, hacerme un tatuaje, acompañarte al cine a ver una nueva de Tim Burton, escuchar juntos a Kusturica, estudiar, recibirme, ser alguien, dejar de escribir, obsesionarme e ir al baño tan seguido en el día. Después me di cuenta que ya había pasado una hora y media, que no tenía faso, ni motivos para que te acerques a mi.
Después de todo me doy cuenta que poco me importa, más que compartir un ratito juntos.
Me doy cuenta que sos lo más hermoso que vi en toda mi vida, y que te quiero mucho.
Ahora también me doy cuenta que tu inocencia está perdida, tu alma, tu espíritu, tu sexo
y tu amor también lo están. Y aunque hayas estado todo este tiempo delante mío, me arrepiento no haberte dicho todo esto cuando me mandaste aquellas fotos.
El cielo para mi ya no tiene color, el tiempo da igual, la cerveza está siempre tibia,
y aunque ya no camines más en este mundo siempre voy arrepentirme de no haber hecho nada.
Y como me gustaría que nunca hubieras muerto, que estuvieses viva y un rato al lado mío,
tocándome la frente un rato, jugando con mis dedos y diciéndome cosas feas al oído.