20080915

De pensamientos e inconclusiones



Albergues y desprendederos



Es muy difícil darme cuenta de las cosas. Hoy no siento que estuviera escribiendo de verdad sino, haciendo algo que sentí que ya hice… como si se tratase de una especie de dejavú.
Inclusive estos pueden a veces olvidarse o simplemente dejarse llevar por lo que nos emiten de vez en cuando, como muchos tantos recuerdos de otras vidas pasadas, de noches de pedorreras increíbles,
de hasta algún ser lejano que ya no quiere saber nada de nadie, como en este momento probablemente esté sintiendo.
Es también muy difícil descubrir porque los dejavues vienen a nuestra vida. En mi caso particular, quizá es porque son una manera de darme cuenta justamente de todo esto que me resulta tan difícil.
La otra noche cuando fui a la fiesta, por ejemplo, hubo una revelación cósmica referente al sexo femenino. Había divisado yo, entre tanta cerveza, entre tantos antagonistas, y personajes emblemáticos, una mujer de cualidades rojas (y no comunisticamente hablando, ojo) quien me llamo más que muchísimo la atención. Principalmente porque ella resultaba ser una especie de especies no encontrable de manera fácil en cualquier lado, motivo de más por supuesto para corresponder una táctica de ataque lo suficientemente eficaz.
El problema fue que no era cuestión de tácticas, tan simple como suena: fijar un blanco, poner objetivos y desplegar una estrategia….esta vez se trataba de una misión más difícil: vencer el temor al rechazo.
El temor es una cuestión profunda y únicamente psicológica. Es donde intervienen el juego y la batalla eterna del hombre versus su propia mente, aquella arma de doble filo, que puede hacer todo oro, o puede destruir e hundirte en la propia mierda como un triple hundimiento de un Titanic de veras, no un crucero romántico. Pero no son solo contradicciones mías, sino que este ejercicio realmente resulta muy complejo de analizar,
las mentes y los humanos, son como ejércitos constantes de seres ideológicos, completamente fanáticos, que
chocan unos contra otros buscando el mejor equilibrio posible entre la locura y la esquizofrenia momentánea, temporal o eterna.
Después ya no importa absolutamente nada, y suena el tema ese de Jim Morrison: “Vamos gente porque están tan depre”, el resto es pura catarsis drogadicta.

Volviendo a las raíces, no quería por supuesto que se tratase de cualquier cosa, debía ser evidente el momento en que yo desprendería mis hormonas egocentristas para así mostrar la perseverancia que llevo dentro mío, y que solo cuando estoy ebrio o me importa todo un carajo, suelo realmente (y subrayado) desprender mis muchas máscaras. Y es como decía también Oliverio Girondo en uno de sus grandes poemas: “Mandarlas todas juntas a la mierda.”
Y se siente así, más allá de la indecisión ante todo, y lo difícil-engorroso que resulta darse cuenta.
El tiempo pasó como era costumbre, y no tuve peor idea que ir al baño, sentía que debía desprender toda la cerveza ingerida, más unas cantidades considerables de estupefacientes, del estilo: cigarrillos de pólvora, verdes, con muchísimo alquitrán, también algún cigarro OCB de combustión lenta, entre montones de barbaridades que no tendría sentido ni hoja traer al contexto. Conservando la orina adolescente, me dirigí con mucha efervescencia al baño. Estaba completamente vacío de personajes carne-hueso, y no lograba comprender entonces de donde invadían mis fosas nasales esos espíritus en forma de olor tremendo, putrefacto, abominable, infiel, completamente humano, y un leve torcido de tuerca.

El Ansia
(mini relato autoreflexivo)

Anoche soñé con Carito. No se si debería ser insulso, o un verdadero aventurero para avecinarme entre nuestras memorias conjuntas.
Era todo plateado. Un condominio de lo que podría haber sido todas estas noches de drogas fumables, armables y esos alcoholes a base de lúpulo, cebada destroza negligencia, que nos han llevado hoy a sentirnos perjudicados, más allá de lo que piense ahora.
Es difícil pegar dos o tres palabras cuando el umbral pasa a la necesidad de aplastar ideológicamente todas las mujeres que no supimos entender, y pensar: “Que boludo, la cagué”. Años más tarde siguen en pie las mismas propuestas de casorio (entre otras discriminaciones), pero ahora te dan ganas de ser un buen tipo de vez en cuando.
Es que yo creo que son muchos años de diferencia (o no), pero eso seguro que es un buen pretexto para no comprometerse con nada, ya que hay personas, y escritores.
Estos últimos atentan contra todas las estructuras pensando que la libertad es óptima, y ahí vamos a engullir el mundo, a mostrar lo más preciado que tenemos: el ego.
¿Pero que sería de todo, o de nada, sin el ego? ¿No es lo que hace lo verde desmentir todo? ¿Hay posibilidad de conjeturar contra uno mismo, buscando la menor posibilidad estadística de comerse la pared más dura, con cemento, rocas de granito, y baba de mariposa? ¿Es o no es un estado de animo el ego monotemático, dependiente, aplastamiento verbal de todas las ganas habidas y por haber, de masturbar el pensamiento con la mayor de las destrucciones? ¿O no es eso también lo que asegura las buenas indecisiones aunque te des cuenta que se acaba, y el tiro te salió por la culata esta vez, y no como preveías tiempo atrás?
Después quedás como un idiota en San Telmo con el culo al aire, y aunque ves mierda por doquier decís: “Buen día loco, voy a tomar una birra.”
Y quizá así debe ser. Quizá también la frialdad y la irrealidad sean producto de un ego imperialista, subyugador de pobres crios con autoestima, esos inventos del hombre.
Los únicos problemas deberían ser: Dios, los puerros, el imperialismo y alguna otra sutileza que no se me ocurre.
¿Y porque sos escritor? Me preguntó alguien una vez. Pelos ondulados, mirada desafiante, piernas tremendas, ebriedad amorfa y una noche de sábado. Yo como siempre, la mirada en donde más conviene, mi último cigarrillo, el olor a suciedad, las zapatillas de lona hechas mierda, me quedé pensando hasta que me evacuaron….por tocarle el culo a la dueña del after cerca de casa.

No tengo la menor idea. Quizás por la ebriedad que este supone me gusta escribir, y jugar al camaleón, o a una obra de teatro con Alfredito Halcón, donde yo soy el malo, y el es el padre abusador alcohólico que tiene ganas de sentirse patriarcal. También puede ser el ansia de llegar al límite siempre, de terminar los días, las madrugadas y las tardes de vez en cuando como si fuera el último momento de todo. Nadie está preparado para el más allá, para lo que sea que haya allá si es que realmente hay algo. Yo sueño por poder reunirme con Ernesto, Lou Reed y Jim Morrison, para preguntarle todas las cosas que nunca entendí de su música, y su revolución foquista pero eficaz.
De cualquier manera, después está la abstinencia….difícil de clasificar, de encontrar y de reprimir. Todo se retrocede en una carestía, la cháchara con los amigos: Popper, pepa, bicho, pasta, pasti, faso, tuca, cucumelo, jeringas, merca, bong, in-gravity, flasherines, heroína, y no vayamos al límite que voy a necesitar una colorada. De esas que tienen pecas, como si fueran cicatrices de vidas pasadas, marcas de existencia, que demuestran cuanto pretenden, pretendieron y pretenderán sus codicias-follajes neuro colóricos, coléricos, coloridos pestañeos de momentos intrascendentes que no vivimos juntos, amamantable vicio humano de que te acompañe, y como un imbécil te perdiste la oportunidad de hablarle la otra noche.
“Women seems wicked, when you’re a stranger, when you’re alone.”
Y sí. Quiero escuchar a la mariposa desquebrajarse completamente, antes de caer en el sueño profundo, cancelar mi suscripción para la resurrección, y mandarme mejor al loquero. Cuentos de hoy, ayer y siempre, serán inmortalizados por los corazones latientes de tantos zorros, nonagenarios espíritus que desean algo más que estar. Pero no hay nada que temer, porque yo estoy acá, y te invito una cerveza cuando nada tenga sentido, como ahora al leer toda esta epístola.