20080924

Pequeña Aprendiz



Pequeña aprendiz


Te veo todas las noches en el bosque. Te veo por eternidades de afortunados momento que he de querer pasar contigo. Tocar, tener y velarte en tus más profundas intimidades.
Contarte los secretos que a nadie confesaría, mirarte a los ojos y no poder prometerte nada, pero sin embargo, cargaría tus preciosos montes lunares, como un fiel lancero de un rey medieval.
Pequeños ojos son tu tez, acalorados cabellos significante de un poderoso cáliz, ceniza de fénix embriagador, de mis destellos sombríos hoy contigo, pequeño corazón.
Cada vez te siento más lejos, más clausurada para todos mis pecados. Que no son más que no haber hecho nada con mi vida, hasta haberte conocido, y pedirte a gritos que me contengas…. O la luna hoy, no brillará suflé, y tus momentos junto al horno del corazón inerte, van a ser despellejados por dejar que abandonaras a quien más te necesita hoy.
Tibia belleza la tuya, pequeña aprendiz.
Tibio calor hecha tu cuerpo en mis venas,
Perfecto hedor a tu rojizo lunar emocional, pequeña aprendiz.
Pequeño picaflor sentimental, no busques excusas ni pretextos para conocerme o para tenerme.
Pequeña necesidad se torna, levantarse todas las mañanas y consumar tus ojos, venerando tu muerte, tu sentencia lejana y tu abandono, pequeña aprendiz de las tristezas.
Aquí encrucijada tu caminata se encuentra. No pretendas creer que vacilaré al escucharte negar lo que me pasa hoy contigo, no creas que mis sentimientos pornográficos, eróticos o románticos, son una negación porque vos bien sabés que el ahora es ahora y el nunca está cercándote.
No trates de darte cuenta el porque de las cosas, hundirte en un llamar a la conciencia, o simplemente tomar el teléfono y consultar por mi. Yo lo haría si tuviera algo que me atara a tus hermosas pequeñeces.
Pequeña emperatriz de mis deseos, abre esas puertas que ya es tarde y tengo frío.
Pequeña aprendiz no me maltrates, por lo menos un rato, hasta que recupere fuerzas y pueda hacerte entender todo lo que quiero decir. No piensen que soy sumiso, ni tampoco un papanatas, soy solo lo que quieras verme ser.
Crecer grande, fuerte y sano. Olvidate de eso, y volvé a casa que todavía no es tarde.
El sol se pone sobre mi vejez, y ya no puedo dominarte más. Te dejo que partas, con la condición que vuelvas a verme, como rey de mi tierra promete recibirte con el mejor monumento a tu vespertino y vivificante cabello, tus ojos, y todo eso que nos hace bien.