20120621

Lulu Princessa

Parte 1

(La noche anterior…)

Sabés que no me gusta que hagas eso –
Lo siento…. Pensé que antes te gustaba – susurré a su oido
¡ Basta ! Ya no tengo ganas de hacer nada – protestó ella enfadada, empujandome hacia un lado.
Pero aún estoy dentro de mi hora… - contesté con picardía.
No importa, hoy no me siento con ganas de verte, acá tenés tu dinero de nuevo – Protestó solemnemente, tirando el dinero sobre mi. Caminó hacia el baño y procedió a cerrar la puerta violentamente.

Conocía esa mujer como la palma de mi mano. Lulu era en definidas cuentas, la razón por la cual tenía un trabajo, esperando todos los días 28 de cada mes, y tener unas horas a solas con ella, donde me proyectaba hacia un mundo de sensaciones utópicas que ningún ser tan despojado de sus presunciones, podría experimentar a la par. Supongo que esta mariposa lujuriosa era mi escape a las frustraciones, los temores, la insatisfacción general, y el hecho de que mi vida era un estanque, de la peor mierda.
Sí, era un estancamiento de un trabajo mediocre, cuatro relaciones frustradas que terminaron en cuatro planes alimentarios, y mi progenie que nunca pude conocer. Serían mis concubinas quienes, hablado mal de mi habían, puesto que mis retoños solo me enviaban los cheques rebotados de mi patética economía. Claro que mis debilidades solían acompañar mi sobrenombre, y la contra postura de que había prometido tiempo atrás: no volver a tomar.
Menuda reflexión hice antaño, pero de modo casi catártico decidí que un hombre es la sumatoria de su naturaleza bestial, apostando a un sentido más existencial de sus pretensiones sexuales, materiales y mundanas a la corteza de esa puta vida que pasa por encima.
Sea como sea, Lulu era mi escape a la basura, a la escoria y la felicidad en extremo.

Me senté en la cama apoyando mi espalda sobre el respaldo, prendí un cigarrillo de marihuana, apague la luz y me quedé esperando que Lulu saliera del baño. La noche estaba inquieta. Afuera del edificio se escuchaban las persianas traquetear de cuales vejestorios antiguos rondaban en la zona, alarmas de varios fastidiosos ejemplos, gritos quizá de una cartera robada, o el colectivo perdido de las 4 de la mañana en ese Miércoles de Junio.
Mi cumpleaños había pasado ya hace tiempo, pero no conseguía que Lulu recordara tal fecha, de modo que pensando a grandes rasgos, para ella era solo otro más de la presuntuosa agenda.
“¿Por qué no puedo ser el único?” me dije por los adentros. Vacilé un instante y me acerque al baño. Posé mi oído sobre la puerta y escuché como sutilmente caían las gotas del dispositivo donde solía ducharme día por medio. Observé por la mirilla como el vapor condensaba el ambiente, asumiendo que ella entonces se quedaría un tiempo más.
Abrí las cortinas del balcón, dejando entrar la perfecta luz de luna en aquel entonces, luego me dirigí a la heladera y saqué dos cervezas que tanto tiempo para esta ocasión guardado había.
Contento y seguro de mis decisiones, volví a sentarme en la cama, esperando que Lulu terminara sus quehaceres de madrugada. El reloj marcaba las 4:05, y según mis cálculos ya se había cumplido las horas, pero ella mi dinero rechazó con desprecio de modo que en algún punto, si se estaba quedando, era por motivos particulares.
Finalmente descubrí que el cigarrillo su efecto logró, y óptimo en aquel momento resultaba acostarse y dejar fluir la energía.
El tiempo pasó hasta que finalmente la puerta del baño se abrió, dejando salir a la hermosa Lulu.
Su cara simulaba una tristeza, su cuerpo completamente desnudo y mojado por la intensa condensación, captaron mi atención al instante. Me incorporé rápidamente, la miré fijamente a los ojos como perdiéndome en un lapsus sideral, mientras que de a poco comenzó a caminar exquisitamente hacía la exacta posición donde me encontraba. Su humedecido pelo color fuliginoso café, posaba todo su esplendor, acentuado la belleza corporal, recorriendo los omóplatos celestialmente arrogantes, y finalizando en sus precursores senos, que tan amenamente observaban la situación con leve excitación. Algo que nadie nos iba a quitar nunca, era la conexión seductora que ella y yo lográbamos con los años, y sé que en el fondo lo disfrutaba más que con ninguno de todos los otros perdedores que pagaban por sus servicios.
En el fondo la amaba con una pasión vehemente, era capaz de raptarla, llevarla a un castillo y vestirme de caballero para rescatarla, procurando así que ella de mi se enamorase.
Lulu llego hacia mí, se sentó a mi derecha y con su suave mano tocó mi cabello dejando un leve reposo entre nuestros ojos.
Yo sabía que ella triste estaba, y algo muy profundo en su mirada lo decía abiertamente. Tomé su mano y la posé en mi corazón haciéndole sentir el elevado pulso de mi cuerpo y alma. Ella con maravilla se alegró, y me besó irresistiblemente por una ínfima fracción de segundo.
Terminado esto, se levantó, tomó mi cigarrillo de marihuana (ya casi consumido), y posó sobre el ventanal del balcón, dejando que todo el lujo de la Luna descollara el primor de su húngaro cuerpo.
Nos miramos un tiempo bastante largo, hasta que finalmente tragué saliva y modulé:
- Vos sabés Lulu, que yo te…. –
- No lo digas….no ahora… - objetó de manera irremediable
- Se que no querés escucharlo, pero algún día voy a demostrarlo – dije, acercandome de a poco hacía donde ella se encontraba.
- Je Sekve, pero no en este momento… no es justo –
- Quiero que vos y yo formemos una vida juntos.. todo lo que quieras va ser tuyo – escupí verborragicamente
- (puteada en Húngaro), ¡No es justo! ¡No Ahora! (puteada again) – contestó ella, dándome una bofetada fugaz y empujándome fuertemente hasta caer en la cama.
Velozmente e insultando en su idioma natal, saltó hacia mi posición, cayendo sobre mí de manera muy violenta. Tomó mis manos sin dejarme mover, me besó muy sexualmente, mordiendo mi labio y uniendo las lenguas, susurró algo en húngaro y me índico que tener sexo en ese momento era la opción mas factible.
Bajó fogosamente baboseando mi cuello, luego mi pecho, hasta llegar a la entrepierna.
Al cabo de unos instantes, logré sentirme muy excitado por la situación,
haciéndole entender a la joven Lulu, que su ataque de seducción más que
efectivo resultado había. Ella impregno sus labios y muy gradualmente,
comenzó a dilapidar, mientras que yo era proyectado a una galaxia sin
nombre alguno, puesto que su irrelevancia era fascinante. Sentía como
de a momentos, no estaba en mi ser, sino que solo era esclavo de un
alguien, quien dominaba todo mi cuerpo, y solo resignarme a sentir, era la
única opción que quedaba, mientras que Lulu en apenas dos décadas de
vida, exigía de mi lo que nadie nunca pudo. Al cabo de unos minutos,
no pude domarme más, dejé salir todo ocasionando un enorme sonido
de deleite, mientras que ella con los ojos cerrados me cortejaba
en ese gemido de victoria.
Volvió a mi, se acostó sobre mi pecho y con una mano sobre mi mejilla
izquierda, susurró alguna frase en húngaro (la cual nunca pude descifrar),
y nos quedamos dormidos un par de horas. Miré el reloj por última vez, y
su digitalismo marcaba las 5:05.

1 comentario:

elbauldefatum dijo...

Buena historia ... me gusto mucho leerla