20080609

Mary Mary


Tan contraria Mary..


Apenas puedo abrir los ojos, comprendí en ese instante. Con un poco de suerte podré seguir mi camino a la puerta principal y abrir la heladera en otro momento petrificante.

¿Por qué no? Un cigarrillo no vendría mal después de todo y encima en este momento, que se caen las paredes color humano, dándole espacio geométrico a las emociones fuertes que pronto anclarán en lo más profundo de mi vaso plástico.

Un post-punk trosquista nunca deja su mirada clavada en el piso. Deja que su mirada se clave, en el primer obstáculo que la vida especta, en la primer colorada, en cualquier resbaladon obsceno de una nueva mujer, o de la historia de la cerveza, la luna de miel, los babilonios y el chamullo de poca esquina palermense.

Así, desolado y con la bandera entre los hombros fui por un poco de humo.

Pensaba en aquel momento, abrirme espacio entre la muchedumbre remediable a codazos, incoherencias y algún que otro alarido alcohólico de esos que siempre me amenazan, pero estaba cansado de tener que hacerme el exuberante, el mal humor rondaba mi culo y la ebriedad no me había dejado conforme del todo. Muchos apóstoles de turno giraban alrededor mío, buscando alguien con quien conversar y pasar el rato, pero para mí era importante fumar aquel cigarrillo.... olvidar las penas del momento....regresar a sentir el olor tan sabio a vida querida que amablemente me había desollado a la larga desde que pise esta pérfida ciudad-zoológico a escala y para armar.

Estaba harto de ciudadanos, harto de que me inculcaran prejuicios llamándome comunista, harto de pasarme el rato destapando cervezas vacías, sin una gota más de lúpulo vampírico para consumir, delimitando la frecuencia de mi diversión, y no solo de eso además debo decir...

Tenía altos complejos de pasar inadvertido desde hace mucho tiempo ya. Una nueva mujer, una nueva discusión, alguna sustancia para ingerir, daba todo igual.... mi mente hostigaba la tranquilidad, me perpetuaba la cabeza con sus pensamientos de barbarie, de ganas de mandar a la mierda a todo y todos, de saltar por el balcón enredado y destrozar botellas vacías contra el piso, inyectando heroína en las venas de una sociedad anestesiada por el dolor, el flagelo, la vergüenza ajena de sentirse inútil y la perseverancia de olvidar los hechos.

“Yo nunca bebo....... vino” pensé en ese momento.

¿Por qué no convertirme en un esbirro de Caín y practicar dementación o romper reglas?

Era al fin y al cabo un impaciente de la vida. Ahora lo sigo siendo, y siempre lo seré, mientras siga no vivo y escondido en las sombras permitiéndome tolerarme este nuevo yo, esta nueva vida alejada del cinematógrafo.

Los encarcelados rondaban como nudistas, y el cigarrillo iba quedándose flaco, pálido y anciano. Aproveché para apagar mis emociones y dirigirme inmediatamente a la cocina para comprobar si el banco estaba renovado, siempre buscando claro un sentido positivo en los movimientos.

El lapso de tiempo fue muy corto, y debí volver al balcón con las manos huecas para comprender aquel instante también. Nada cambió, las mismas perspectivas desde que los golpes de estado fueron moda en este país. Nadie advirtió mi presencia alcohólica, el olor alejaba a los buitres y mejor así puesto que hoy no quería buitres, ni nada de eso, hoy estaba sumido en blanco y negro, ningún destello, ninguna ameritación circunstancial, ni siquiera una licencia para confundir.

Extrañamente en este instante, procuré sentir la presencia de aquella canción que todo el día estuvo sonando en mi cerebro (o lo que queda de él), una gama de vibraciones me llevaron rápidamente a buscar entre la multitud aquella estrategia para comprender los momentos de lata.

El viaje fue fantástico, y postulantes mis óculos llegaron a realizar la más grande de las pinturas de nuestra existencia, la joven color vida estaba frente a mi, y ya no sabía como degradarme otra vez más en esa noche de junio.

Por un lado y mimetizada en oscuridad ella irradiaba sobre mí la duda de mezclarme, de acercarme solo, que no era mi estilo, y la mayoría de las veces no conseguía nada más que encamarme un rato. Venía por otro lado, quería conocer algo diferente, no comer siempre las mismas golosinas, jugar un poco con los frutos prohibidos, cambiar mi moralidad, y pasar una agradable velada con algún bicho de mi calaña.

Pero en su otro lado, la mirada suave se tornaba en un cerrojo impenetrable para quienes no comprendieran, no eran puertas fáciles de abrir, puesto que menudo tesoro no es desenterrable así como así. No solo eso, sino, cuanto vértigo me daba verla, fumando aquellos cigarrillos y con ese aire, por primera vez había perfume, mi nariz respiraba lo que ya había olvidado, con los olores hediondos a mierda que un zoológico deja.

También ella, era de mi calaña. Se podía sentir en la voz, en los ojos, perfectos por cierto cuantas veces he soñado de los paisajes más hermosos, de la mejor cerveza, ahumada o no, un paraíso inexpugnable pero que contraria era Mary,.... Mary,...Mary, cuanto no me arrepentí aquella noche acercarme a la primera vez en mi vida nueva que tengo contacto con un ser humano, o algo similar al menos.
El humo escaseaba por los alrededores y las caras mal devastadas iban dejando el nido poco a poco.
Había sido un día difícil, una noche de puros halagos naturistas, de una existencia conmemorable, debatiendo conmigo mismo de la posible casualidad que hoy, no dejaría de ver la luz, de aberrarme con las sombras. Hoy me convertiría en el protagonista de una nueva etapa.
Quizá estaba en mi época más drogona. Más viciosa. O más excitante.
El tema estuvo sonando todo el día en mi cabeza. Me asombraba la manera en que estaba escrito, una historia muy deprimente, que deja a uno una gama de cuchillos, anfetaminas, agujas, balas y otros elementos y pasar a otro nivel. Seductor, temeroso, melancólica la fantasía de encontrarse a Mary. Quien sabe.... quizá un momento de verde, o vidrio molido, pero aquellas estrofas que tanto había lamentado, llegaban a mi hoy como si fuere una historia de esas que no se meditan.
Mary Mary se convirtió en mi droga aquel entonces. Ya no alucinaba, ya no me lamentaba, me estaba entregando al placer de ella, para fundirme definitivamente en lo que la música había predicado: Mi realidad.
Hay instantes de la vida que son únicos. Estar con una mujer en una fiesta es quizá la mejor posibilidad de progresar como humano, de no sentirse una mierda, un fracaso, un hombre hojalata estereotipo de la sociedad actual, unos don nadie que llegamos por nunca despertar a tiempo. Nos diferenciábamos en muchas cosas, pero el sentimiento era a veces similar.
Como decían por ahí hace tiempo atrás grande músicos, lideres, escritores auto proclamados, la fiesta en su concepto mayor es lo más cercano al paraíso.
Y me refiero al paraíso bíblico inclusive, que plantea una realidad similar, un concepto utópico como la anarquía sumado al embellecimiento de un cuadro.
Estaba en el limbo, y Mary Mary estaba ahí.


La lata empezó a invadir mis extremidades, el tema había comenzado a sonar de manera repetitiva en mi, todo daba vueltas y no sabía donde estaba, solo tenía un objetivo y ese era detectar la presencia de ella.... yo ya sumido en una vergüenza pero energético a la vez, me di la vuelta y la vi a Mary. Fumando un cigarrillo fino, y con su singular belleza.... Mary, Mary decía y cuanto disfrutaba aquel pasaje espiritual, mi primera regresión, pero que bien se sentía.....
Creo que puedo tocarla aún cuando pienso en ella...... Oh Mary Mary, como se extraña tu presencia.......con esos ojos de colores exuberantes, capaces de desplomar un torrente, un ciclón de sensaciones inexplicables que solo los egipcios podrían llevar a contemplar, pero para mí ella estaba volviéndose una fe incuestionable, tengo que acercarme a ti: Mary Mary, con tu singular belleza y esos humos finos, sensuales.

El cigarrillo estaba prendido, mi di vuelta y te vi Mary, con tu belleza tan emblemática Mary, esos ojos que me funden, que me viajan a tu mundo griego Mary, quiero pasar a seguir contigo Mary.......tan contraria Mary....
Viajé. Volé a otro mundo por sus ojos.

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